Las investigaciones a Nadine Heredia ciertamente se apoyan en un manejo desordenado de dinero de sus campañas electorales. Pero como sucede en estos casos de alto perfil político, ellas también van avanzando sobre un tapete de suposiciones, saltos lógicos, declarantes insólitos e imputaciones indemostrables. Los medios de prensa que recogen la marcha judicial de los acontecimientos prefieren mantenerse en el modo condicional, trufando sus textos de habrías y serían. Pues aun los más enconados contra Heredia sienten que todavía el suelo jurídico de la cosa no está parejo, empezando porque no todas las pruebas presentadas parecen admisibles. Como Heredia es uno de una larga lista de personajes políticos prominentes acusados, investigados o investigables que circulan sin problemas, el impedimento de salida del país por cuatro meses dictado por el juez Richard Carhuancho es particularmente duro. Su efecto más obvio es manchar la gestión de la pareja presidencial. La campaña electoral colocó al caso Heredia en un segundo plano por un tiempo, pero ahora los acusadores están jugando todas sus cartas: la interpretación de las agendas robadas a la primera dama (no hay juicio sobre eso), las comunicaciones de Heredia con el gobierno venezolano, movimientos de dinero dentro y fuera del país. Todo esto se presta a una maraña de suposiciones, pero en conjunto no constituye un alegato realmente sólido. Lo que se percibe es una serie de acusaciones pendientes de más investigaciones. Todo esto con su cuota de implícitos llamados a que la opinión pública tome partido. De hecho esa opinión pública ya está muy volcada contra Heredia. Pero al mismo tiempo la opinión pública ya está curtida frente a este tipo de investigaciones en la política. Las del Congreso rara vez pasan de ser inconducentes interrogatorios. Las del Poder Judicial suelen dejar un sabor a procedimientos inconclusos. Allí están algunos de los grandes acusados de ayer dando vueltas hoy. Ciertamente cuando el sospechado atrae titulares la situación del sistema de justicia no es fácil. Sus miembros son criticados cuando no actúan y también cuando actúan. Pero la facilidad con que mucho se acepta y todo se filtra en esos procedimientos les complica la tarea, y no es raro que se queden con las manos vacías.