Me sorprendió la facilidad con la que se dijo a inicios de esta semana, supongo basándose en las encuestas de la semana pasada, que PPK se había “equivocado” al polarizar y sentar más claramente sus diferencias con el fujimorismo. El que PPK haya tomado un rumbo confrontacional, o haber recibido y saludado el apoyo de Verónika Mendoza, lo enterraría con los indecisos y le haría perder votos. Es decir, más allá de cómo se evaluara el contenido de ese mensaje, para un sector de analistas y comentaristas era una pésima estrategia electoral. Uno de estos análisis fue el de Víctor Andrés Ponce, director de El Montonero. El miércoles, al evaluar los supuestos costos de la polarización de PPK, Ponce señalaba (Desesperación PPKausista): “Impresionante, pero cuando empezó la segunda vuelta PPK tenía todas las de ganar. (….) Pero se zambulló con zapatos y todo en la mencionada polarización y, de súbito, PPK dejaba de ser PPK y comenzaba a aparecer un remedo del candidato nacionalista que votaba fuego antikeikista en las elecciones del 2011. Si bien los analistas y los periodistas solo se aproximan a la verdad y cometen muchos yerros, sobre todo en una sociedad con tanta volatilidad electoral como la nuestra, todo indica que PPK camina sin pausa a un abismo”. Me disculpan, pero no tengo idea qué elección están viendo quienes hacen este tipo de comentarios. Señalar, como Ponce, que la caída de PPK se debe a su polarización no tiene en cuenta que...PPK venía cayendo desde mucho antes de polarizar. Recién la semana siguiente a la sacada de mugre en Piura, hace unos 10 días, se vio un cambio de actitud en su campaña, ya evidente en el debate del domingo último. Ha comenzado a señalar diferencias con su rival después de una campaña anodina en la que no lograba dirigirse a los indecisos ni robarle votos al rival. Es más, en mi lectura, en la cabeza del elector de inicios de segunda vuelta PPK se convierte de inmediato en el antifujimorismo y pierde fuerza precisamente por su tibieza y desinterés. La semana pasada le reclamé un cambio de actitud, precisamente por considerar que su estrategia no estaba dando resultado. Pero en realidad lo más justo hubiese sido señalar que a inicios de semana no podíamos evaluar el efecto del cambio de estrategia. En ese momento nos basábamos en nuestra evaluación previa de la elección y poco más. Las encuestas de la semana anterior por las fechas en que se realizaron no recogían del todo el efecto de dicho cambio y mucho menos el apoyo de otros actores, como Verónika Mendoza. Recién con las encuestas que aparecieron a partir del jueves (que no circulan públicamente por una absurda norma) y con los resultados del domingo podremos evaluar si el cambio de estrategia benefició o afectó a PPK, y constatar si nuestras evaluaciones eran o no correctas. No puedo adelantar nada para que no me multen pero ustedes pueden buscar la información (doblemente absurda norma). Por lo demás, como debería resultar evidente, la efectividad de este cambio de estrategia no se debe medir por el resultado final de la elección sino evaluando si logró cambiar la tendencia previa. Si el cambio de estrategia no cambió la tendencia o la profundizó, hay bases para decir que el movimiento de PPK le costó votos, que el apoyo de Mendoza no contribuyó, y que analistas como Ponce tenían razón en sus juicios (o prejuicios). Si se aproximan los números, aún perdiendo, pues hay base para argumentar que la estrategia sí sirvió. Les dejo mis cartas sobre la mesa, no me dejarán mentir quienes me escucharon en una presentación el día lunes. Personalmente pensé que si bien el cambio de PPK era necesario, lo ayudaría y reduciría la distancia, era muy difícil cambiar drásticamente la tendencia. En buena cuenta por el mejor posicionamiento de Fujimori en los sectores D y E, los cuales considero deciden en mayor proporción su voto en las últimas semanas. Por ello, el rush final de Humala el 2011 resultaba bastante más difícil de repetir. Como imaginarán, estaré muy feliz de equivocarme.