En una economía moderna todos los productos se compran y se venden en el mercado. Lo que algunos utilizan como insumos para elaborar y poder vender su producto final es ya el bien final de otro productor. Y es el consumidor final quien paga todos los gastos de la cadena. Proyectada a escala nacional, esta compra y venta de miles de insumos y productos nos proporciona una fotografía de la economía. Si todos estos datos se organizan, podemos identificar cuáles son los sectores productivos y los servicios más importantes y su grado de articulación y encadenamiento. Esta introducción tiene como objetivo presentar el último libro de Efraín Gonzales de Olarte, “Una economía incompleta, Perú 1950-2007” (1) que estudia y analiza a fondo este tema. El libro utiliza las Tablas Insumo-Producto elaboradas en 1969, 1973, 1979, 1994 y 2007, a las que añade las Tablas elaboradas por el Banco Central de Reserva de 1950 a 1961 (2). La tarea de “empatar” las distintas metodologías y alcances de estas Tablas es un gran logro de este trabajo, que también nos presenta un análisis a nivel regional. En el caso peruano, analizadas en conjunto estas Tablas constituyen una secuencia que, dice Gonzáles, tiene “un sabor a historia y que permitió construir un fresco impresionista sobre la base de fotografías de distintos años, que al hilvanarse entre sí produjo una suerte de análisis clio-insumo-producto”. Antes de entrar a los resultados, veamos el marco interpretativo. De 1950 a 1990 ha habido un ciclo de largo plazo que tuvo un auge alrededor de 1975 y que terminó con una profunda crisis hacia 1990. Después, con el ajuste estructural neoliberal y sus reformas institucionales se generó un nuevo ciclo de larga duración, que sigue hasta hoy y que debiera tener un pico de crecimiento hacia 2015-2017 y terminar con una crisis de largo plazo hasta el 2030-2035. De 1950 a 1990 hemos tenido un modelo que Gonzales llama primario exportador y semi-industrial dependiente (PESID), donde el peso del Estado fue determinante. De 1990 en adelante se ha generado el modelo primario exportador y de servicios (PESER), que desmanteló al Estado y dio clara predominancia al libre mercado. En el PESER las actividades extractivas fueron las principales exportadoras, mientras que los servicios se convirtieron en el segundo eje, gracias a las inversiones en telecomunicaciones, electricidad, banca, finanzas y comercio de todas las escalas: “Esta estructura ha podido funcionar gracias a un aumento de los insumos y bienes de capital importados. Por ello lo hemos bautizado como el modelo de restitución de importaciones”. ¿Qué pasaría si comienzan a escasear las divisas, preguntamos nosotros? Gonzales nos dice que a pesar de los cambios se ha mantenido la disparidad de productividad entre sectores, que casi no ha variado entre 1979 y 2007 y que la curva de productividades sectoriales del capitalismo de Estado es muy parecida a la de la era neoliberal”. Y añade: “Los sectores de altas productividades siguen siendo los mismos: petróleo, metales no ferrosos, minería, siderurgia y derivados de petróleo. En 2007 ascendieron a esta categoría solo los bancos y los servicios de alquiler y vivienda. En cambio la agricultura y las confecciones siguen siendo los de más bajas productividades: cien veces menos que los anteriores”. Dice Gonzales que el gran problema de la economía peruana es su incapacidad endógena de reducir las desigualdades: “durante los 57 años analizados no se ha logrado articular los sectores económicos para constituir una economía completa, es decir que tenga un sector primario de alta productividad, un sector industrial articulador y servicios que complementen a los otros sectores, que genere el mayor valor agregado posible y genere una robusta demanda de fuerza de trabajo”. ¿No es por aquí que podemos comenzar a entender la informalidad existente? Estas desigualdades productivas y tecnológicas están en la base de las disparidades de las productividades entre los sectores y en consecuencia están en el origen de la desigualdad en la distribución del ingreso. Por tanto, decimos, eso no se resuelve solo con programas sociales: hay que ir a la raíz estructural, cosa que no se puede hacer con el “libre mercado”. En la parte final, Gonzales nos dice, de un lado, por qué las condiciones de salida hacia adelante para el país no se pueden dar con la vigencia de este modelo económico y, de otro, cuáles son las principales reformas articuladoras de los diferentes sectores económicos que nos pueden llevar a la economía completa. Lamentablemente, se nos agotó el espacio. Para terminar, la base empírica analizada y, también, su interpretación, nos hace reflexionar acerca de la pobreza de la actual “discusión” de programas económicos. Salvo mejor parecer. (1) Editorial IEP, PUCP, 2015. (2) Las Tablas organizan toda la red de transacciones arriba descritas mediante cuadros de doble entrada y nos muestran la interdependencia entre sectores, ramas y actividades económicos. Su origen está en los trabajos de Wassily Leontiev, economista ruso ganador del Premio Nobel, de la economía de EEUU en los años 40 para adelante.