Hugo Neira es de los últimos grandes intelectuales del Perú. Él, como dice en su última entrevista en Caretas (“Los dilemas de Neira”), es de los que más conoce al Apra desde fuera del aprismo. Lo comprobamos al leer “Haya de la Torre, Jefatura y Exilio” y otros textos. Pero Hugo Neira se equivoca cuando dice en la citada entrevista que el fujimorismo “se parece mucho al APRA de los 30”. Neira dice que el “club democrático” (el sistema) no permitió la inclusión del Apra y ésta se “emponzoñó” por aquella exclusión. A este partido multiclasista (“cañeros, obreros y elite”), le cerraron las puertas, como ahora le cierran las puertas al fujimorismo, que según Neira es el “nuevo partido multiclasista” del siglo XXI; y si se le cierra la posibilidad de ser gobierno “se convertirá en el cáncer que era el Apra en el 30 o 40”. Veamos: 1. El Apra nació en los años 30 desde la sociedad, con la capacidad política de intelectuales y dirigencia social. El fujimorismo en los 90 se hizo desde el Estado. Fue “modernización” y estabilización, pero en cuerdas concatenadas (no separadas) a un golpe de Estado, alianza cívico-militar, monopolio tecnocrático, manipulación mediática, estrategia antipartidos y más. 2. El aprismo se expandió desde lo social. Haya y dos generaciones de apristas forjaron una identidad colectiva desde la resistencia, con paciente formación, pedagogía e ideologización, organización sindical y estudiantil. El fujimorismo lo hizo desde el Estado, con mercantilismo y clientelismo; fue maquinaria pública y transferencia personalista, segmentada y antisindical de recursos hacia “los de abajo”. 3. A todo movimiento vertical, caudillista, de aglomeración popular, con “identidad” y “antis” masivos de hoy, no lo podemos explicar como “aprismo”. Comparar al fujimorismo con el aprismo de ayer no explica mucho. Tampoco ayudaría decir que el fujimorismo es “el velasquismo del siglo XXI”. Pero sí, nuestro país también es lo que es porque el fujimorismo promovió desde el poder este modelo de antipolítica y eficientismo. Que exprese parte de un “capitalismo cholo” (Neira o De Soto) no nos elude de una valoración ética para actuar políticamente. El fujimorismo es una continuidad y ya es parte del sistema; nunca fueron los excluidos del 30 o 40. Una década fueron los verticales diseñadores de este país “que no es normal” (Neira). Hugo Neira afirma que por la gobernabilidad es “razonable” votar por el fujimorismo debido a su mayoría congresal y porque “Keiko tiene el voto popular”. Hay motivos para dudar de una colectiva vocación democrática del fujimorismo y es razonable no correr riesgos. Y el Apra, debe leer su historia, debatir el presente dilema, considerando los riesgos de bordear el abismo. Su crisis también se resuelve mirando fuera de sí.