En setiembre del 2007 se firmó un contrato entre Repsol y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) del gobierno de México, para vender 4.2 TCF de gas natural del Lote 56 por 18 años. Se vendería al 91% del Henry Hub (HH), que es el precio de EEUU y que también rige en México. Este contrato es la madre de la “renegociación” en la campaña electoral: los precios HH cayeron fuerte, pasando US$ 9 a US$ 2 por millón de BTU del 2008 al 2013. Así, las regalías que se pagan en el Perú por el gas exportado son menores a las del gas para el mercado interno. Así, las regalías por la exportación del gas pasaron de US$ 300 millones en el 2012 a solo US$ 35 (repito, 35), millones en el 2015. Aquí hay varios problemas. No se estableció una cláusula de “equilibrio contractual”, que establece que si el precio del gas sube (o baja) demasiado, entonces las partes negocian para evitar perjuicios a una de ellas. Eso existe, por ejemplo, en los contratos de gas entre Argelia y empresas españolas, entre ellas Repsol. ¿Por qué no se incluyó en estos contratos? No lo sabemos. Podría haber sido desidia, incapacidad, falta de previsión. El hecho es que la caída ha perjudicado gravemente al Perú. También al Consorcio Camisea, que produce la molécula, pues recibe un menor precio y a Peru-LNG, que licuefacta el gas pues recibe un monto menor por esa “maquila”. ¿Qué hacer, entonces? ¿No cambiar nada hasta el 2025, que fue lo primero que dijo PPK, ya que los contratos no se pueden cambiar “porque los precios han bajado de 8 a 2”? ¿O renegociar el contrato para vender el gas al mercado europeo y/o asiático, que paga precios más altos que el HH? El tema central es que el Estado peruano no participa en el contrato entre Repsol y la CFE de México, porque nada tiene que hacer allí, ya que el dueño de la molécula es el Consorcio Camisea (CC, el licenciatario), previo pago de la regalía. El Consorcio le entrega la molécula a Peru LNG para que la licuefacte. Y Peru LNG firma un contrato con Repsol para que esta empresa sea la única (sí, la única) que comercializa el gas. Queda claro: la ley neoliberal dice que el gas es una mercancía como cualquier otra. El Estado cobra la regalía. Y punto. No solo eso. La regalía la cobra sobre el precio que le es comunicado por el licenciatario, en este caso el CC. A su vez, el CC declara como precio, aquel que le es comunicado por el comercializador Repsol. Allí está el problema. El Estado debe tener capacidad de decisión sobre el destino de la molécula. Ese fue el punto central de las manifestaciones en Bolivia contra la exportación del gas por Repsol a EEUU, licuefactando el gas en Chile. Los 78 muertos de la “guerra del gas” del 2003 tumbaron a Sánchez de Lozada y llevaron al referéndum del 2004, donde el 93% de los votos dijo que el gas era propiedad del pueblo boliviano y este decidía su destino. En el 2007 los contratos anteriores “migraron” a nuevos contratos de servicios, donde el Estado es el dueño de la molécula. Todas las empresas renegociaron los contratos, todas, entre ellas Repsol, British Gas y Petrobras. Desde el 2008 a la fecha sus inversiones en Bolivia han aumentado. Como aquí el Estado está pintado en la pared, las empresas hacen de las suyas. En el 2012, Perupetro descubrió que Repsol estaba reexportando el gas a precios superiores al HH, sin decirnos nada. ¿Se imaginan? Perupetro llevó este caso a arbitraje internacional en el CIADI del Banco Mundial. Y en el 2015 el fallo unánime del Tribunal estableció que nos debían devolver US$ 62 millones en regalías. En el 2015, Shell (que le compró el contrato a Repsol en el 2014) ha hecho lo mismo y hasta ahora no sabemos cuál es el desenlace de esa falta. Estamos hablando de centenas de millones de dólares en 10 a 15 años. Por eso, la renegociación no puede ser de “una coma por aquí” o “unas comillas por allá”. Se trata de recuperar la soberanía del Perú sobre sus recursos naturales, lo que pasa por la capacidad de decisión plena y absoluta para llevar a cabo su masificación, el Gasoducto Sur Peruano, la industria petroquímica y, claro, mejores condiciones para la exportación de gas. No se trata de desconocer los precios pactados en los contratos, sino, repetimos, de decidir sobre el destino del gas y nuestra matriz energética futura. Hasta EEUU lo hace (1). Si somos cada vez más los que lo planteamos, tendremos una mejor capacidad de negociación con el CC y las otras empresas, que de seguro van a estar interesadas en mantener relaciones armoniosas en el largo plazo. Esa es la renegociación que el país necesita y que plantea el Frente Amplio. Nada más, pero tampoco nada menos. (1) http://larepublica.pe/columnistas/cristal-de-mira/bienvenidos-al-mundo-real-23-12-2013