El fujimorismo tiene claro que la dictadura y el autoritarismo de los años 90 siguen siendo su talón de Aquiles electoral. Para ello mantiene fuera de la campaña a casi todas las figuras protagonistas de aquella época, y aprovecha toda oportunidad para mostrarse como algo diferente. Pero los 71 congresistas de Fuerza Popular le complican la tarea. Es inevitable que ese número de congresistas sea visto como demasiado poder. Pocos se fijan en que la bancada surge de la voluntad popular, y miran más bien el poder acumulado que ella representa. Entregar de antemano la presidencia de dos comisiones importantes no cambia la figura. El fujimorismo en el Congreso podrá hacer casi lo que le dé la gana. Por eso figuras apristas insospechables de antifujimorismo están diciendo que la suma del Ejecutivo con tamaña mayoría en el Congreso es demasiado control sobre el sistema político peruano. En efecto, el asunto ya ni siquiera es de buena conducta democrática. La combinación misma, como en todo lo que se acerca al monopolio, exige el ejercicio de un poder total. Las tomas de distancia frente los 90 se han dado a través de varias declaraciones de Keiko Fujimori, entre las que destaca su carta de comienzos de este mes. Pero como la cúpula de su partido está dividida frente al tema, las tomas de distancia no pueden tener el contenido y la contundencia necesarios para hacer la diferencia. Este aspecto es clave para Pedro Pablo Kuczynski, pues la evocación de los años 90 es el argumento de fuerza frente a quienes insisten en homologarlo con el fujimorismo. Además el argumento del pasado le abre las puertas a otro sobre el futuro, acerca de la necesidad nacional de contrapesar desde el Ejecutivo a un fujicongreso muy probablemente avasallador. Una parte clave de los votos de PPK va a venir de quienes aprecian sus parecidos con el fujimorismo en política económica (básicamente la misma en todos los gobiernos del siglo XXI), pero a la vez valoran sus diferencias en lo político. Fujimori está tratando de contrarrestar esto con crecientes incursiones en el populismo, como alternativa al liberalismo de PPK. Es probable que el recuerdo de los años 90 sumado a la reciente victoria parlamentaria del fujimorismo defina la elección. Esos 71 congresistas podrían terminar siendo un buen ejemplo de lo pírrico.