La coyuntura electoral no debiera hacernos perder de vista el estreno de una película imprescindible del Grupo Chaski, La última noticia, que se estrena mañana 21 de abril en Lima y provincias. El Grupo Chaski se creó en 1982, mientras Sendero Luminoso iniciaba su guerra contra el Perú y en medio del crecimiento de Izquierda Unida (un año después Alfonso Barrantes ganaría la alcaldía de Lima). Se vivía una gran efervescencia cultural, testimoniada por el colectivo de creadores nucleados en torno a El Caballo Rojo, el inolvidable suplemento cultural dirigido por Antonio Cisneros, de Monos y Monadas, que llegó a nuclear al mejor grupo de dibujantes y escritores humorísticos de nuestra historia republicana, y la abundante producción artística e intelectual de la década. Chaski fue un colectivo de cineastas de izquierda, que en sus inicios optó por el cine documental, produciendo algunas mejores películas del género. A ese periodo pertenecen dos de las películas más premiadas y reconocidas del grupo: Juliana y Gregorio, crudos testimonios del Perú de los años ochenta, a través de la dura existencia de dos niños. Entre los realizadores que fundaron el “Grupo Chaski” figura Alejandro Legaspi, uruguayo de nacimiento y peruano por elección. Legaspi ha sido codirector de Juliana y Gregorio. La última noticia se aparta de la tradición documentalista y opta decididamente por el cine de ficción. Su guion fue elaborado por Legaspi y René Weber, otro de los fundadores del grupo. Legaspi dirige la obra y es responsable de su edición. La historia está ambientada en los inicios de los años ochenta, en un pequeño pueblo serrano, y se inicia con una fiesta que celebra el matrimonio de Alonso (Pietro Sibille), un joven periodista que conduce un programa radial de música regional, y Teresa (Stephanie Orué), su joven esposa. Otros personajes son Pedro (Julián Legaspi), amigo de Alonso, un maestro izquierdista afiliado al Sutep, y su esposa Zoila (Jackelyn Vásquez), y el Señor Mendieta (Jorge Chiarella), el propietario de la radioemisora y patrón de Alonso. La fiesta testimonia los deseos por la felicidad de la pareja y por contribuir a la superación del pueblo. Sin embargo, en la misma noche nupcial aparecen los primeros malos augurios: una explosión inexplicable, a la cual durante los días siguientes se añaden eventos siniestros, como la exhibición de perros asesinados y colgados en los postes de alumbrado público. Sendero Luminoso inicia su guerra y para quienes están atrapados en la violencia alimentada por las acciones terroristas y la respuesta de las fuerzas contrasubversivas no hay cómo orientarse. Los protagonistas intentan entender cómo su mundo familiar va dejando de serlo. Legaspi administra con maestría ese crescendo cuya mejor definición podría ser lo ominoso, en la acepción freudiana del término: aquello que pertenece al orden de lo terrorífico, que suscita angustia y horror no por su extrañeza sino más bien por su familiaridad. “Aquello antaño hospitalario se nos torna agreste e inhóspito, el amigo en enemigo, el civilizado en salvaje agresor, la seguridad en miedo, la certidumbre en paranoia y todo se torna un desdoblamiento especular de aquello íntimo, familiar y a la vez siniestro que nos habita ... Ante el ‘enemigo’ sin rostro, ante el retorno de lo reprimido, ante la amenaza de lo fantasmático, aparecen, inevitablemente, las fantasías más arcaicas, la paranoia y las actuaciones. La angustia lo matiza todo, lo más irracional aflora y la capacidad para la reflexión nos abandona, creencia y delirio se traslapan” (José Cueli, “Lo ominoso”, http://bit.ly/1Sqec3n). La película tiene una excelente factura, con la dirección de fotografía de Mario Bassino, la música de Pauchi Sasaki y la edición de sonido de Francisco Adrianzén. Los actores –mención especial para Pietro Sibille y Julián Legaspi, hijo del director– tienen un desempeño impecable, resaltando la capacidad del gran Jorge Chiarella para componer personajes entrañables. En resumen, no perdérsela.