Los candidatos perdedores de la primera vuelta siguen atrayendo con fuerza la atención de los medios. Esto se debe en parte a la inercia de los pasados meses, pero sobre todo a la idea de que esos votos de primera vuelta son endosables para la segunda. Como si esos votos hubieran sido capturados y ahora fueran a ser simplemente asignados. Pero en un país sin real institucionalidad partidaria, con mínima lealtad a los membretes y con poca ideología en el ambiente, los votos andan básicamente sueltos en plaza. Por eso pueden desplazarse sorpresivamente de uno a otro candidato, sin mayor preocupación por la congruencia de sus decisiones. El Congreso saliente es una buena demostración de la levedad del endoso y de la inoperancia de la toma de partido. Una parte importante de los congresistas se zurró en la posición desde la cual fueron elegidos, saltó sin argumento y sin rubor de una bancada a otra. Los votos que los eligieron desaparecieron, por así decirlo, en el primer día. Cabe hacer notar que el fujimorismo logró mantener su voluminosa bancada junta hasta el final, un fenómeno paralelo al núcleo duro electoral conservado por su candidata a lo largo de toda la campaña. Con mínimas excepciones, el resto del Congreso fue devorado por la inconsecuencia, y por la volatilidad. Todo esto es para decir que el candidato Pedro Pablo Kuczynski no puede incorporar a su campaña una confianza en la capacidad de endoso del resto de la dirigencia política del país. Esa capacidad es ínfima, o simplemente no existe. Incluso el apoyo público de algunos candidatos perdedores puede llegar a ser contraproducente. Quizás algunos votos son orientables “de origen” y otros se mueven con una direccionalidad natural. Pero en términos generales el cúmulo de votos que decide una segunda vuelta tiene que ser enamorado como si allí todos fueran votos virginales. El candidato de hoy se los tiene que ganar a los candidatos de ayer. Así, el candidato está básicamente solo en la cancha. Las alianzas son necesarias para redondear una mayoría apretada, pero secundarias frente al momentum de la campaña misma. El personaje de las varias alternativas al fujimorismo en esta campaña es PPK, y quien no lo ve así con claridad está jugando un partido propio, en una elección que no es esta.