Keiko Fujimori ha logrado ampliar su núcleo duro de un 30% a casi 40% de los votos válidos. La cifra es apabullante, y la de 71 congresistas, seis votos más que la mayoría absoluta, todavía más. Es sobre todo en base a estas cifras que algunos ya le conceden la victoria por adelantado, y tiran la toalla. Pero en verdad la cosa no está ni remotamente decidida. Si nos atenemos a ese resultado en primera vuelta, la suma de los votos no fujimoristas supera a Fujimori y tiene más o menos 51%. A primera vista solo una parte del voto aprista estaría cómodo pasándose al fujimorismo. Siempre a primera vista, el resto parece disponible para frenar el avance de Fujimori hacia lo que algunos ya empiezan a ver como un poder total. Así, desde la formalidad de las cifras, Fujimori parece perfectamente derrotable, si Pedro Pablo Kuczynski desde su 20%+ demuestra ser capaz de articular el mensaje adecuado para este momento. No es solo un asunto de antifujimorismo, sino también de contrapeso democrático de poderes, de eficiencia administrativa del candidato, de una alianza con sitio para muy variadas posiciones. Las primeras encuestas sobre este tema van a arrojar algunas nuevas luces. Mientras aparecen, es importante considerar que algunas de ellas mostraban a Fujimori perdiendo, a pesar de su enorme ventaja. Ipsos el tres de abril daba a PPK dos puntos por encima de Fujimori, y un simulacro de GFK le daba cuatro puntos en votos válidos. Pero toda esta aritmética electoral puede terminar siendo hueca frente a la performance en vivo de los dos candidatos y la conducta de sus respectivos equipos políticos. El bando de Fujimori ya está estrenando reflejos autoritarios. La campaña de PPK ya ha necesitado una reingeniería por el camino, que le sirvió bien, y acaso le convendría ir pensando en una más. En estos días la alianza de derecha liberal y centro político con la izquierda da la impresión de haber encontrado algunos escollos. Pero quizás eso es algo superable, incluso por fuera del Frente Amplio, en otras zonas de la izquierda, sujetas a distintas estrategias. Allí está una de las principales tareas de PPK, dentro y fuera del sur del país.