Por mi trabajo manejo la precisión de las palabras; por eso no puedo llamar a este resultado una victoria o una satisfacción. Es un gran avance para la izquierda y debe de valorarse en su exacta dimensión: –20 congresistas son el grupo parlamentario de izquierda más numeroso y fuerte desde la Asamblea Constituyente (1978), pero no olvidemos que el Congreso es la institución más desprestigiada del país durante los últimos años (más que el PJ). –La izquierda va a ser la OPOSICIÓN y eso implica, a su vez, una gran responsabilidad para no transar, pero para dialogar cuando los intereses del Perú estén en juego. –La izquierda en el Congreso será útil para fiscalizar y posicionar algunas normas y para visibilizar una propuesta progresista que, como tarea, debe consolidarse para el 2021. –Consolidar una cultura de intolerancia a la corrupción con el objetivo de evitar configurarnos como un narcoestado. Las cosas por su nombre: este resultado supone una gran apuesta del Perú por la derecha. Esta apuesta, desde mi opinión centrada en los DDHH y el feminismo, plantea para los próximos años: – El uso del extenso marco jurídico para criminalizar la protesta social que ha cimentado el gobierno humalista, esta vez, sin miramientos, aumentado por nuevas leyes “antiterroristas”. –El archivamiento de las denuncias contra la muerte de 245 manifestantes de los últimos 15 años para que sean olvidadas como lo serán los reclamos de las víctimas del conflicto armado interno (al que ellos llaman “terrorismo” porque niegan los crímenes de las fuerzas armadas y policiales). – Se seguirá reprimiendo con armas de fuego letales a los protestantes y el mote de terrorista antiminero será un adjetivo al uso de la prensa genuflexa al poder. –La imposición de los grandes proyectos mineros, petroleros e hidroeléctricos a sangre y fuego, ergo, Conga va, Tía María va y un oprobioso etc. (Goyo, le hiciste el juego a la derecha). –La exacerbación de los conflictos sociales porque la derecha no es afecta al diálogo real y prefiere imponerse por la “persuasión” del dominio y del miedo. –El retroceso de propuestas basadas en la decisión de las mujeres como el aborto por violación sexual, el uso de la píldora del día siguiente de manera efectiva y gratuita, el reconocimiento de equidad para las parejas LGTBI y la consolidación de un “Ministerio de la Familia”. –La desaparición del Ministerio del Medio Ambiente y la impunidad para empresas que no cumplen con estándares ambientales. –El empoderamiento de sectores vinculados con la corrupción, ergo, todos los aportantes desde “paraísos offshore”. – La consolidación de una cultura del combate y de la guerra, como los programas de la televisión, cuyo eje no es la nobleza de la lucha sino la nimiedad de los chismecillos rosados y gelatinosos. El día de hoy tenemos que ser lúcidos: han ganado el fujimorismo y el lobismo de las grandes empresas de derecha que no respetan ni respetarán a los movimientos sociales. Hay que llamar a las cosas por su nombre. Esto es una derrota para las fuerzas derechohumanistas porque el fujimorismo es hoy la primera fuerza política del Perú. Pero, a su vez, un desafío para aprender, fortalecernos y lograr el gran cambio ante el Bicentenario de la República.