Hay plagio en la tesis doctoral de César Acuña, no lo dude. No se deje enredar en la estrategia de Luis Favre de patear el problema hacia adelante, esperando que otro escándalo electoral nos haga olvidarlo. No hay que esperar a la Universidad Complutense para decirlo, cualquier persona que pueda contrastar textos puede concluir con total certeza que César Acuña plagió. Anel Townsend, que se ha paseado por diversos medios señalando que no ha leído la tesis para juzgarla, podría abrirla un momentito y se dará cuenta que su candidato roba ideas ajenas. No es difícil. Pero si bien no es necesario esperar a la Complutense para concluir que hay plagio, sí es importante que dicha universidad diga algo, y pronto. Si existe justicia, Acuña debería perder su título. De no ser así, el mensaje sería patético para cualquier estudiante honesto y para todos quienes se han roto el lomo terminando una tesis. Y ese pronunciamiento debe llegar antes del día de la elección. Solo una decisión rápida puede liquidar frente a una parte de la población la absurda defensa de Acuña. Lamentablemente la discusión sobre el plagio le es lejana a muchas personas, e incluso a algunos puede sonarle razonable que se señale que no hay plagio porque se incluyeron los libros copiados en la bibliografía (dicho sea de paso, no están todos). Como si eso perdonara la falta de comillas y el copy-paste colosal. Un pronunciamiento externo, categórico, acaba con una discusión que ni siquiera debió darse, que en otro país ya tendría un político liquidado. Y permite a esa parte de la población a la que el tema sí le importa pero no tiene las cosas claras, tenerlo en cuenta al momento de votar. Hay otros a los que nada de esto importa, sin duda, pero no me sumo a los que creen que la gran mayoría de peruanos son cínicos perdona-todo o que estamos ante una masa uniforme. El que alguien haga trampa, y luego pretenda despreciar al votante señalando que su trampa es relevante, sí molesta a un sector importante de la población. La Complutense nos debe un pronunciamiento rápido. Su ex alumno ha usado el título que le otorgaron para promover su universidad y su figura política. Una universidad que tiene exoneraciones tributarias que incrementa las ganancias personales de su dueño, quien luego puede usar esos fondos para influir en la política. Ustedes nos lo mandaron recargado, cabe reparar el error. Si la Complutense por el contrario opta por el trámite lento, por el formalismo, puede que su decisión llegue tras las elecciones. Nos estaría perjudicando. Por ello, creo importante poner los reflectores sobre ella. Que sepan que estamos esperando. A ellos les conviene, además, levantar las críticas y suspicacias que deja el caso sobre su prestigio. ¿Qué pasó con el asesor y el jurado de tesis? Nadie está libre de ser engañado, obvio. Pero en este caso los plagios son de textos de colegas españoles que, supuestamente, los miembros del jurado conocen. ¿Por qué no se dieron cuenta? Un severo descuido, cuando menos. Quiero aprovechar el tema para recordar algo más. Este modelo de universidad es producto de varios genios que creían que el lucro y la calidad irían de la mano. Descuidaron la universidad pública, la dejaron vegetar con sus problemas. Y no alertaron sobre lo evidente: que en un país sin un Estado fuerte, con una población necesitada de títulos, donde la corrupción está extendida y un titulado sin formación puede ser tan inútil como peligroso, el lucro era una receta explosiva. ¿Cuesta tanto que reconozcan que se equivocaron?