Si van hoy al estreno de “Los Odiosos Ocho”, la última de Tarantino, un “western claustrofóbico” según la crítica, cuidado, lleven guantes, mandil y varios rollos de papel toalla. Aunque ni aún así saldrán ilesos de la función de 187 minutos. Porque en caso no los subleve la orgía de sangre, sí lo hará la contundencia de Samuel L. Jackson en su papel de despiadado cazarrecompensas; o el regreso al set de Quentin de Kurt Russell (Stuntman Mike en “Prueba de Muerte”) o de Tim Roth (Mr. Orangeen “Perros de la Calle” y Ringo en la venerada ”Pulp Fiction“); o las carrozas de caballos atravesando la nieve; o la música del italiano Ennio Morricone (responsable de bandas sonoras memorables como las de “La Misión” o “Cinema Paradiso”); o simplemente la narración magistral de Tarantino: múltiples puntos de vista, cronología fragmentada, ene guiños a cintas anteriores (sus personajes siguen fumando cigarros “Red Apple”) e inspirados planos cerrados y abiertos, pensados además para un formato ultra-panavisión de setenta milímetros (en toda España hay un solo cine, el Phenomena de Barcelona, que ofrece esa experiencia). A pesar de que arrasó en su semana de estreno en varios países, “Los Odiosos Ocho” no ha tenido igual suerte en Estados Unidos. El responsable sería el Departamento de Policía de Nueva York, que en octubre del 2015 invitó a los norteamericanos a boicotear las películas de QT luego de que él participara en una manifestación contra los agentes, que ahora consideran «una victoria» este traspié en la taquilla. Para tranquilidad de los policías y tristeza de los fanáticos, hace unos días, en una mesa redonda de cineastas organizada por The Hollywood Reporter, flanqueado por Ridley Scott y González Iñárritu, Tarantino confirmó que solo rodará dos películas más antes de retirarse y dedicarse a escribir novelas y teatro. Una sería de terror, otra de gánsteres. Ojalá sea mentira. Es muy temprano para que, con 52 años, el “Enfant Terrible” empiece a despedirse.