Próximo a aterrizar en la resistida base cuatro, crucé en Google la variable «cuarenta años» con nombres de diferentes celebridades. No sé si buscaba darme ánimos o deprimirme: son un misterio los propósitos del inconsciente. Confío en que sea el lector quien le encuentre sentido (o no) a los resultados de tan ociosa pesquisa. A los 40, Harrison Ford —que ya se había estrenado como Han Solo e Indiana Jones— se convirtió en el detective Rick Deckard, protagonista de «Blade Runner», hito mayor del cine de ciencia ficción. La película se inspiró en la novela «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?», que el novelista norteamericano Philip K. Dick escribió en 1968, también a los 40. Mario Vargas Llosa tenía 40 cuando llegó al Teatro de Bellas Artes de México para el estreno de la película «La Odisea de los Andes», de cuyo guión era autor. En el vestíbulo se encontró con García Márquez. El colombiano se acercó sonriente y Mario le cruzó la cara con un derechazo que acabó tumbándolo. «Esto es por lo que le dijiste a Patricia», dicen que gritó el peruano. La anécdota, llena de especulaciones, cumplirá en marzo 40 años. A los 40, el arquero italiano Dino Zoff se coronó campeón con su selección en el Mundial de España 82. Hasta hoy conserva el récord de ser el jugador más longevo en levantar el máximo trofeo futbolístico. Unos años antes había sido portada de «Newsweek» gracias a su otra marca invencible hasta hoy: 1.143 minutos de imbatibilidad en el arco. El 26 de julio de 1983, Mick Jagger celebró sus 40 años en un resort de Vermont con su novia, la modelo Jerry Hall. Al día siguiente, como para seguirla, tocó en el Madison Square Garden de Nueva York con David Bowie. Y una semana después asistió al concierto de The Police en el Hartford Civic Center de Connecticut. Los teloneros fueron R.E.M. Ray Charles Leonard, más conocido como «Sugar» Ray Leonard, hizo su última aparición en un ring el 1 de marzo de 1997. Tenía 40 años. No pasó del quinto round. Su rival, el ex campeón mundial de peso ligero portorriqueño Héctor «Macho» Camacho, lo despidió aplicándole un nocaut en el mentón. Ese mismo año, Leonard fue incluido en el Salón de la Fama del Boxeo. 40 años tiene la rubia Drew Barrymore. Su carrera como actriz está llena de bodrios cinematográficos, salvo dos honrosas excepciones: «Donnie Darko» (2001), donde hizo de profesora de Literatura, y «ET», donde con ocho años se convirtió en «Gertie», la hermana menor de la familia que descubre, acoge y protege a la criatura extraterrestre que, envuelto en una frazada, gustaba de cruzar la luna en bicicleta. 40 años cumplirá en abril el primer disco de «Ramones», titulado con el nombre de la banda. Las catorce canciones juntas no duran media hora. En la portada aparecen los cuatro miembros originales, Joey, Johnny, Dee Dee y Tommy Ramone, de pie, casacas negras, apoyados en una pared de ladrillos. Fueron los creadores del punk. Tocaron la gloria a fines de los setenta y durante todos los ochenta. Los cuatro ya están muertos. A los 40, en el otoño de 1939, Ernest Hemingway se divorció de su segunda esposa y se marchó al cálido Idaho con su novia periodista Martha Gellhorn. Por las mañanas se encerraba en la suite 206 del Sun Valley Lodge para trabajar en el borrador de su quinta novela, «Por quién doblan las campanas». Pasado el mediodía cogía su escopeta Boss, calibre doce, cañón de plata, y se solazaba cazando patos y faisanes. James Joyce, García Márquez e Isabel Allende tenían 40 años cuando publicaron sus libros más famosos: «Ulises», «Cien Años de Soledad» y «La Casa de los Espíritus». Con 40 años murieron Edgar Allan Poe y Franz Kafka. Sobre el deceso del autor de «La Metamorfosis» no existen dudas: dejó de existir en un sanatorio de Viena a causa de una tuberculosis. Sobre la muerte de Poe, en cambio, se dice que ocurrió por envenenamiento, asesinato, trastorno de toxicidad, epilepsia y hasta por mordida de perro. Otro escritor, el norteamericano Jack London, también murió a los 40. Tenía más de 25 libros publicados, entre ellos «La Llamada de la Selva» y «Colmillo Blanco». Muchos de sus seguidores piensan que se suicidó, emulando a los protagonistas de dos de sus novelas autobiográficas, igual de alcohólicos y mujeriegos que él. A los 40 años, Harland Sanders decidió probar suerte como cocinero después de fracasar como obstetra, político y bombero. Un día, mientras atendía en una estación de gas en Corbin, Kentucky, se le dio por atender en su propia casa a los viajeros cansados, preparando para ellos pollo frito mezclado con hierbas y especias que guardaba en su garaje. Cinco años más tarde, debido a su popularidad, el gobernador de la ciudad lo nombró «Coronel». Su pequeño negocio creció hasta volverse famoso bajo el universal nombre de Kentucky Fried Chicken.