Otra vez ha comenzado la campaña contra Petroperú, afirmando que la empresa mantiene altos los precios para así “hacer caja” y financiar la Refinería de Talara. El objetivo es múltiple: generar una corriente negativa en la opinión pública hacia Petroperú; demostrar que toda empresa pública es mala per se y, claro, no formular ninguna política energética desde el Estado para que los privados sigan haciendo y decidiendo como les da la gana. Dice el BCR que, cuando se compara el precio de paridad de importación (PPI) desde el Golfo de México (EEUU) hasta el Perú, existe un margen de 22% que no se traslada a los usuarios. Como se sabe, es Osinergmin quien calcula el PPI y lo considera como un “precio de referencia” porque los precios son libres y se fijan por la oferta y la demanda (Ley 26221 de 1993). Pero el BCR no dice que una serie de costos no son tomados en cuenta por el PPI. Por ejemplo, la ley obliga a 15 días de existencias de combustibles en tanques, para prever cualquier desabastecimiento. ¿Qué representa esto? En el 2014 en el Perú se vendieron 80 millones de barriles, lo que equivale a 3,350 millones de galones o 9.2 millones de galones al día. Para garantizar 15 días, las empresas almacenan de manera perenne 138 millones de galones. A un precio promedio de refinería de 7 soles por galón, tenemos S/. 964 millones inmovilizados todo el año. ¿Cuál es este costo financiero? Una suma alta que la empresa tiene que agregar al costo de venta del producto. Eso no lo tiene en cuenta el BCR. Hay más. En el 2014, según la DICAPI hubo 520 días en que los puertos estuvieron cerrados por “mareas anómalas”, que son cada vez más frecuentes por el cambio climático. Mientras el puerto está cerrado, la empresa importadora (o exportadora) tiene que pagar los “días de para” de los buques. Esto también se agrega a los costos. ¿Y el BCR? Bien, gracias. La “pistola humeante” sería que “las utilidades de Petroperú han aumentado en el 2015, cuando en el 2014 habían bajado”. Otra vez el BCR se equivoca. Una empresa puramente refinera depende de los vaivenes del precio del petróleo. Si, como en el 2014, este cae bruscamente desde US$ 90 hasta US$ 40/barril, la refinería se encuentra con inventarios comprados a precios altos, mientras que los nuevos precios son más bajos. Por ello incurre en pérdidas. Eso le sucedió a ENAP de Chile, a La Pampilla y a Petroperú (todas importadoras netas). La solución es tener petróleo propio para defenderse de la bajada, pero ninguna de estas empresas lo tiene. En el Perú eso podría haberse dado, pero el gobierno se opone. Sin embargo, ya hay Ley aprobada por el Congreso que le permite entrar al Lote 192. Sigamos. En el 2015 los precios ya habían disminuido y, por tanto, también lo hizo la volatilidad en los ingresos, motivo por el cual ya no hubo “descalce” entre dos precios diferentes y de gran magnitud. Hay más: desde el 2015, con el DS 266-2015-EF, a Petroperú se le devuelve el 18% del IGV por los combustibles que vende en la Amazonía, lo que no sucedía antes. La pérdida de ingresos fue de S/. 234, 280 y 245 millones en el 2102, 2013 y 2014. Ahora van a aumentar los ingresos de Petroperú. El BCR no dice que hay un gran problema con el margen de comercialización, lo que ha sido subrayado por el viceministro de Energía, Raúl Pérez Reyes y por el Presidente de Petroperú, Germán Velásquez. Las cadenas de grifos cobran 20% de margen, lo que perjudica al consumidor. En otros países de la Región el margen promedio es de 9 a 10% y/o está regulado. Eso no sucede acá. Las más grandes cadenas de grifos son de Repsol y Primax seguidas por PECSA y otras. Petroperú no posee ni un solo grifo (los que tenía fueron privatizados en 1993). Lo que hay son grifos de privados con la “bandera” de Petroperú. Pero nada más. Por eso, como dice Pérez Reyes, cuando los precios suben, son un misil, pero cuando caen, son “una pluma”. El tema es, entonces, doble. De un lado, Indecopi no debe permitir semejantes abusos de la posición de dominio. Para ello es necesario modificar la actual ley, que permite la posición de dominio, además de sancionar la concertación (si la hubiere, que la hay). De otro, si Petroperú tuviera grifos, sería un referente en los mercados, pues trasladaría al usuario la baja de precios (cuando se dijo que Petroperú podría comprar los grifos de Repsol, los mismos que hoy chillan por los márgenes, se rasgaron las vestiduras). El problema del BCR es que la devaluación del sol se está trasladando a la inflación interna y, claro, al precio de los combustibles. Por eso anda buscando chivos “inflacionarios” (sobre todo Petroperú) por todos lados. Pero no nos dice que sus políticas para frenar el alza del dólar no han rendido frutos: de abril del 2013 a diciembre del 2015 el BCR vendió US$ 25,000 millones, lo que equivale al 50% de la posición de cambio. Pero, caramba, el dólar igual subió de 2.57 a 3.39 soles. Mención aparte para El Comercio, que en su enésimo editorial (Dame más gasolina, 01/01/2016) insiste en que Petroperú se financia “con nuestra plata”. Detrás se ubican los ideólogos del coro: “Modernizar Talara es una monstruosidad”. Pero en América Latina y el mundo las refinerías estatales son la norma. En verdad, no quieren que se asome la posibilidad de algún cambio al modelo, por ejemplo, una empresa estatal eficiente, aunque estas sea una medida racional, acorde con la evolución mundial. Motivo adicional, entonces, para defender a Petroperú de las críticas interesadas, planteando también su vuelta a la integración vertical con el Lote 192 y el Lote 64. Y de dotar al país con una política energética de largo plazo.