entrevista. Tras el estreno en Berlín, presenta su segunda película El soñador y opina del cine nacional ‘comercial’ y el de autor. De otro lado, dirige su primera obra teatral, El amo Harold y los muchachos. ,Adrián Saba: “No diría que el cine de autor es perfecto”,Adrián Saba (28) creció “inevitablemente” entre una sala de teatro y otra de cine. Su padre, Edgar Saba, director de teatro y del Festival de Cine de Lima, lo llevaba al edificio del centro cultural desde que era un niño: iba a la cabina, hacía tareas y alguna vez durmió entre las butacas. El 26 de este mes, entra en cartelera El soñador, estrenada hace un año en el Festival de Berlín. En la historia, ‘Chaplin’, es un adolescente huérfano, que es parte de una pandilla dedicada a robar en edificios industriales. Y aunque no se trata de ‘un documental sobre pandillas’, Saba filmó en el interior del país y, algunas escenas fueron grabadas en el barrio de Loreto, en el Callao. “Ahí encontramos como un barco abandonado, donde vive el personaje de Manuel Gold”. ¿Esta cinta puede ser más masiva que El limpiador? El soñador es una producción más grande, hemos filmado en Junín, Arequipa. Es una historia de amor que tiene esta cosa onírica de los sueños que te permite explotar esta magia cinematográfica y no ceñirte a la realidad. ¿Qué recuerdas del Festival de Berlín? Dijiste que viste errores en los planos. Sí. Es una experiencia que se puede tener pocas veces en la vida. Es un cine inmenso, es un festival donde están todos. Estaba Meryl Streep...es una locura y te sientes súper humilde.Te dices: “Tantas películas, talento, me falta tanto por hacer”. ¿Dirías que entre el llamado ‘cine comercial’ y el de autor hay diferencias en calidad o crees que ha sumado más de lo que puede restar? Ese cine es el que ha empezado a jalar más gente a las salas. Me parece que también está mejorando. La fotografía es cada vez más cinematográfica, no tan televisiva. Y así como los cineastas de autor también estamos aprendiendo –porque no somos perfectos– también los cineastas del cine comercial lo están haciendo. No diría que el cine de autor es perfecto, sería injusto decir que somos mejores. Lo que reclaman es que faltan las mismas oportunidades, para ambos cines. ¿Una cuota de pantalla? Tengo mis dudas. Sí creo que necesitamos una nueva ley de cine, pero en el fondo, quiero que pongan mi película en los cines porque es buena, no porque me tienen pena o están obligados. Quiero estar en la capacidad de estar a la altura de (competir con) La la land o Moonlight. Algunos de tus colegas te dirán que eres muy idealista. Sí, pero el mundo está construido a base de sueños. Ya estás trabajando en tu tercera cinta (ganó el premio DAFO). Ves al cine un compromiso de largo aliento ¿no? No hay diferencia entre mi vida personal y la profesional, todo está mezclado. Trabajo un domingo o descanso un miércoles, no hay orden en ese sentido. Hacer cine es un matrimonio que tiene altos y bajos, a veces te amas con tu película y a veces te odias. Al cine le tengo mucho amor. ¿Por eso no sentencias al otro cine que quizá tiene una película hecha en seis meses? ¡Eso es increíble! (ríe) Pero no lo sentencio. Ahora diriges la obra El amo Harold y los muchachos, ¿te animó hablar del racismo como algo vigente? Quería hacer teatro desde hace mucho, pero no había ni la obra ni el tiempo. Dio la casualidad de que había leído la obra por mi cuenta y Chela (De Ferrari, directora de La Plaza) también, a los dos nos encantaba. Cuando leí el texto me conmoví un montón, de pies a cabeza. Te das cuenta que