La entrañable historia del pequeño de cabellos dorados que viaja por los planetas ha sido traducida al aymara. Gracias a una donación de la Fondation Jean-Marc Probst pour Le Petit Prince, niños de Puno, Moquegua y Tacna podrán leer el libro en su lengua materna. , "Sapüru jayp utixa pusi ura saraqataru purinintaxa, kimsa uräkipanwa k'uchisiña qallantxajaxa (si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres)". Quienes han leído la hermosa novela corta del francés Antoine de Saint-Exupéry recordarán que ésta es una de la frases más memorables de la historia del niño que viaja por distintos planetas y en uno de ellos, la Tierra, conoce a un aviador varado en el desierto. Es el momento en que el zorro le pide que lo "domestique" y le enseña el verdero sentido de la amistad. El principito es, desde hace unos días, El pirinsipi wawa. Después de 63 años de su publicación original en francés e inglés, la historia del pequeño de los cabellos dorados ha sido traducido al aymara, una lengua hablada por lo menos por 2 millones de personas en las zonas andinas de nuestro país, Bolivia, Chile, y Argentina. Esta nueva traducción, que se suma a las 294 ediciones publicadas anteriormente en distintos idiomas y lenguas del mundo, fue hecha Roger Gonzalo Segura, un profesor de lenguas andinas de la Universidad Católica del Perú que nació en la comunidad campesina de Chatuma, en Puno. El aymara es su lengua materna. La idea de hacer esta versión del libro de mayor venta en la historia (unas 140 millones de copias en todo el mundo) nació hace tres años, cuando el argentino Javier Merás, creador y editor de la librería on-line Los Injunables -tienda de curiosidades bibliográficas-, conoció a Jean-Marc Probst, el mayor coleccionista del mundo del libro escrito por Saint-Exupéry. La biblioteca de Probst tiene unas 4 mil ediciones de El principito y el coleccionista ha creado, incluso, una fundación que formenta la publicación de nuevas ediciones. Merás, un editor interesado en la difusión de textos lúdicos, tenía como antecedente el haber publicado un libro con extractos de El Quijote, una de las obras máximas de la lengua castellana, en quichua santiagueño, lengua utilizada apenas por 60 mil hablantes en la provincia de Santiago del Estero y un número no determinado de migrantes internos en zonas de Buenos Aires. Merás inició así el proyecto de traducir al aymara la indispensable obra, editada por Los Injunables también en coreano, guaraní, esperanto, e incluso en texto predictivo T9. La búsqueda del traductor ideal era el primer paso. Se requería alguien que pudiera unir el mágico mundo del planeta de tres volcanes y una rosa con la cosmovisión aymara. Hace dos años, Merás tomó contacto con Roger a través de las redes sociales y correos electrónicos. Por cierto, hasta el momento nunca se han visto personalmente, pero aún así hicieron un gran trabajo en equipo. Las ventajas de Roger eran que además del aymara y el castellano, domina el quechua, por lo que Quyllur llaqtayuq wawamanta, la edición traducida al quechua del El Principito, le sirvió como una primera base debido a las similitudes en su morfología, semántica y sintaxis. El traductor puneño le dio una voz propia a cada uno de los personajes de Saint-Exupéry, leía en voz alta las páginas que avanzaba, consultaba a algunos colegas e incluso exponía sus avances a la valoración de sus alumnos en los talleres de quechumara (quechua y aymara) que dictaba en la universidad Católica. Otros elementos a destacar en la bella edición son las fuentes y viñetas utilizadas en la impresión, reconstruidas de la Imprenta de los Expósitos de hace 200 años, y la numeración bilingüe de las páginas (en aymara y numérica). La edición fue financiada por la Fondation Jean-Marc Probst pour Le Petit Prince y parte del tiraje será donado a instituciones educativas bilingües de de Puno, Moquegua y Tacna. Pronto, muchos niños conocerán a pirinsipi wawa.