El más buscado. El comisario Felipe Flores es pieza clave en la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. También era el verdugo del clan Abarca, encabezado por el ex alcalde de Iguala, acusado de la captura, tortura y asesinato de opositores.,JM Ahrens/El País Un muerto ha vuelto a la vida. El jefe de la Policía Municipal de Iguala, Felipe Flores Velázquez, ha sido detenido tras dos años de fuga. Considerado el lugarteniente del alcalde José Luis Abarca y también el brazo ejecutor del cártel de Guerreros Unidos en la ciudad, su captura supone un salto de gigante en la investigación. PUEDES VER: México rechaza impunidad y olvido en caso Ayotzinapa Flores, al que muchos policías daban por eliminado, tiene las claves de lo que ocurrió aquella trágica noche del 26 al 27 de septiembre de 2014. No solo dio la orden de arrestar a los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa sino que fue el encargado de entregarlos a los sicarios acusados de su liquidación. Su testimonio puede arrojar luz sobre estos controvertidos hechos. O también sombras. Pero en cualquier caso anuncia una sacudida de proporciones aún desconocidas. Los detalles de su captura todavía permanecen en la penumbra. Fuentes oficiales señalaron que el arresto se efectuó a las 6:30 de este viernes en la misma Iguala, cuando visitaba a su esposa. Su captura en la ciudad donde imperó a sangre y fuego da muestra de su impunidad y suponen un nuevo golpe a una investigación ya de por sí vapuleada. Tras 130 detenidos, 422 resoluciones judiciales y 850 declaraciones, la noche de Iguala aún espera su amanecer. La versión oficial no ha logrado su principal objetivo: convencer a la ciudadanía. Las dudas sobre aspectos clave, como la hoguera donde supuestamente ardieron los normalistas y la inacción del ejército, han prendido un fuego mayor: el de la desconfianza. Abrasados por ella, han ido cayendo los sucesivos puntales de la investigación. Primero, el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam; después el jefe de la Agencia de Investigación Criminal, Tomás Zerón. Ni siquiera la intervención de un grupo de expertos independientes ha logrado restablecer el equilibrio. Por el contrario, sus diferencias con la procuraduría desembocaron en un sonoro portazo y nuevas dudas. En este escenario, la figura del jefe policial de Iguala puede ser decisiva. Los testimonios señalan que Flores era el principal verdugo del clan Abarca. Él dirigía con ayuda de sus agentes las operaciones de secuestro y tortura y luego entregaba a las víctimas a su jefe para que las liquidase. Esto ocurrió en mayo de 2013 con el líder campesino Arturo Hernández Cardona. El relato de un superviviente muestra cómo, después de obligarle a cavar su tumba, Flores lo entregó al alcalde de Iguala, quien lo mató de dos disparos. Uno en el pecho y otro en la cara. Pese a esta clamorosa complicidad con Abarca, de quien también es primo, Flores ha burlado durante dos años la persecución policial. Su fuga mostró la debilidad de las instituciones y fue un presagio de cómo se desarrollarían las primeras etapas del caso. En la noche de los hechos, el jefe policial informó a otras fuerzas de seguridad que no se habían registrado detenciones. Y cuando en los días siguientes todas las miradas estaban puestas en él y en su evidente implicación, acudió a declarar al ministerio público, entregó a sus agentes y salió por la puerta grande para no volver a la luz. Ahora que ha sido capturado, muchos esperan que su testimonio aporte algo de luz. ❧ efe