La política peruana es hoy un especial de Plaza Sésamo sobre medios de transporte: camioncitos que rodaron por la sobrevalorada Interoceánica, avioncitos que nunca despegaron de Chinchero y ahora… 90 cochecitos de lujo que compró y revendió el Contralor.Pero en este último episodio lo que menos importa son los carritos. No hay que hablar de los 90 Hot wheels que Edgard Alarcón comercializó y no declaró. Las pruebas están. Es irrelevante si ganó poquito con esos fierritos: cometió un delito contra la fe pública y violó la Ley Orgánica de la institución que encabeza y que está para frenar hasta el más mínimo avance de corrupción.Deténgase en quién y qué mueve al títere que nos cuenta esto justo ahorita. Al amante de los fierros le mandaron un fierrazo después de que se bajó del MTC al primer vicepresidente de la República. Pero antes de que grite “PPK”, trate de desenredar los hilos que salen de Alarcón.Haga el ejercicio: vea tres veces el reportaje y cuénteme si se llega a responder: ¿por qué el auditor no contó a los medios de su denuncia ante el Congreso hace diez meses? ¿Por qué se esperó a que saliera Vizcarra para revisar en qué iba? ¿Por qué los periodistas no nos hacemos estas preguntas? A lo que más le temo como periodista es a estas denuncias… porque casi nunca son gratis.Siga con los hilos del Contralor. Le han tenido guardadito este muertito hasta que sirvió en bandeja naranja lo que se necesitaba para acabar con Vizcarra. Pero, ponga frenos: está todavía por verse cómo fue que quien comparte apellido con Nadine, terminó jugando para el otro bando.Por ahora, Alarcón –que pensaba ir en cochecito jalado por El Mototaxi– ya está con un pie fuera de la Contraloría; carrazo al que nadie controla y que merece la más alta calidad de reingeniería. ❧