Vamos diez meses y el gobierno de PPK nada que logra despegar. Por momentos parece tomar impulso por volar. Pero el frenón que los atora en tierra llega siempre, pronto y en seco.En la torre de control del aeropuerto se ha instalado una locura cuasi dictadura. Controladores aéreos con uniforme naranja quieren sí o sí cambiar los itinerarios de vuelo. Bajo esa nueva administración, solo tiene permiso para surcar los aires El Mototaxi Volador que tomó impulso con Saavedra, agarro viada con Vizcarra y ahora hará piruetas con Basombrío. Mientras el avión presidencial sigue parqueado en tierra sin que muchos pasajeros nos podamos explicar cuándo la situación va a cambiar. La torre de control no hace sino decirnos que es por nuestro bien y seguridad. Nadie quiere, después de todo, que el avión se vaya a estrellar. La cosa es que cada vez se hace más evidente que lo único que les interesa es beneficiar a la aerolínea con la que el Perú –hace más de un año– decidió que no quería viajar.Y así pues, los controladores son muy eficientes, para lo que quieren, y generan turbulencias a voluntad. Ponen las condiciones del vuelo: cuándo y dónde despegar, a quién llevar en el equipo de vuelos, a qué destino apuntar y a qué pasajeros llevar, qué asientos asignar… y, sobre todo, a quién desembarcar. Le piden al piloto reportes, revisiones y reuniones pero siempre llegan al final, y sin escuchar, informan que “por su bien y el de su familia” es mejor que esa persona deje de volar.Y él, tímido y cordial, parece haberse olvidado en quién confiamos para llegar a nuestro destino final. Mientras tanto, los pasajeros seguimos aquí, sentados y acalambrados, preguntándonos en qué momento el piloto piensa protestar. Y al tiempo que perdemos la paciencia, la esperanza también empieza a escasear.Chinchero con Kuntur Wasi ya no va. La Contraloría iniciará acciones penales y la empresa muy seguramente nos demandará. Pero eso no es nada comparado con la catástrofe aérea que generará el que PPK nada que empieza a pilotear. ❧