Claudia Berninzon Actriz.,Háblame de tu personaje de Virginia (en La casa limpia). Para mí, Virginia es como el respiro. En la obra hay muchas emociones, muchos sentimientos, cosas bien intensas. Entonces mi personaje también tiene intensidad, pero es como un desfogue. Este personaje es afín a muchos que has hecho. Sí. Yo me imagino también que a mí me llaman porque, ego aparte, soy buena con la comedia. Y yo soy feliz haciendo comedia, pero me encanta hacer drama también. ¿Cuántas veces has hecho el papel de la amiga confiable? ¡Todas! En televisión sobre todo. El teatro me da más abanico. Por eso quiero al teatro de otra manera. ¿Cómo comenzó todo en tu caso? Yo desde chiquita reunía a toda la familia en la casa y les actuaba, les cantaba, les bailaba. Yo salí del colegio de 15 y dije: voy a estudiar teatro. Mis papás me dijeron: no, no, no, de eso no se vive, mamita. Pero decidiste serlo finalmente… Estudié. Me metí a Quinta rueda. Estudié comercio exterior, no terminé. Luego, hotelería. Me fui a Trujillo un año y, cuando regresé, dije: voy a postular a talleres. Postulé al de Alberto (Ísola), no me aceptó. Tres veces he postulado a su taller y no me aceptó. ¿Te frustró? No, al contrario, me motivó. Porque justo Marco (Zunino) se había ido a estudiar a Nueva York y habíamos quedado en estudiar juntos. Entonces ese año me quedé juntando plata, hice una audición más por si acaso con Alberto, que no me aceptó, y postulé a cinco escuelas en Nueva York. Las cinco me aceptaron. ¿Cuáles elegiste? Circle in the Square el primer año, porque es el método Stanislawky y todo eso. Y, de ahí, Neighborhood playhouse, que era Meisner. Pero antes de irme, dije: cumplí 18, voy a buscar trabajo. Y me paraba en la puerta de la casa Dasso todos los días hasta que ya Manolo Castillo habrá dicho: ¡a esta chiquita no la soporto más! Y me hizo casting. Allí empezó la televisión. Eres de la promo Torbellino, ¿no? Claro. Fue una cantera bien bonita, había mucho talento. Después de eso dije: ya me voy. Entonces me fui, estuve del 2000 al 2003, y me quería ir a Los Ángeles a probar, pero justo me llamó Plan 9, que iban a hacer una obra. Yo dije: ya, iré un ratito y me regreso a Los Ángeles. Pero me quedé. ¿Y cómo fue lo de Televisa? Mi papá se fue a México de embajador el 2007 y yo fui a verlo. A los dos meses dije: tengo que hacer algo o me vuelvo loca. Mi mamá había conocido a alguien de Televisa. Entonces saqué mis papeles y lo llamé. Él me ponía en la lista de ingreso todos los lunes y me iba al edificio de producción y les dejaba mi foto, mi currículum… Tocar puertas no te molesta, ¿no? Yo no espero que las cosas me lleguen, yo busco las cosas. Al mes me llamaron. Entré a Televisa, hice Las tontas no van al cielo, Simuladores, Al diablo con los guapos y ahí me llamaron de Lima para hacer Los Barriga… En tu caso, ser una chica con sobrepeso ha sido una oportunidad, ¿no? No creas ¿ah? Y no lo digo resentida ni nada. Pero pudo haber personajes de repente más interesantes. Te encasillan. Yo siempre he sido la mejor amiga, la amiga del amigo. Mostro, disfruto todo lo que hago, pero creo que yo podría hacer más. ¿Qué sensación te da actuar? De paz, de felicidad. No sé, para mí también es terapia. Yo sé que soy una mujer de sentimientos y cosas. Entonces, a veces uno se carga y lo bonito es que en mi trabajo yo uso todo eso. Soy un conducto de mi energía para que salga hecha personaje. ¡Una catarsis! (Risas) ¿Cómo te has llevado con la popularidad? Yo creo que lo llevo bien. Pero no me considero muy popular tampoco ¿ah? Yo lo veo como algo que viene de la mano con lo que hago, porque a mí lo que me llama es la actuación. La gente no cree, pero soy bien tímida. Esto de la timidez es muy recurrente entre los actores, ¿no? Pero por lo mismo que es una catarsis. Puede sonar estúpido, pero una vez que yo me paro ahí, en el escenario, no soy yo. Tú me ves a mí físicamente, pero el proceso mental que está pasando ahí encima no es mío, es del personaje. Entonces eso me libera a mí, porque la presión no está en mí sino, en este caso, en Virginia. ❧