Este miércoles, la reconocida agrupación que mezcla teatro, danza y música se presentará por primera vez en el Gran Teatro Nacional. Celebrará 15 años reinventando su espectáculo.,Kimba Fá recargado,Kimba Fá recargado,Esta semana, Luis Sandoval y otros tres artistas de Kimba Fá decidieron zapatear dentro de un ascensor. Sin público, sin cámaras, sin que nadie sepa lo que ocurría allí adentro. Solo ingresaron a un elevador, que los llevaba del séptimo al primer piso de un edificio, y acompañaron su tembloroso descenso con potentes pisadas, sonoros aplausos, manotazos a las paredes y al techo. "Hicimos que el ascensor suene", dice Sandoval, director artístico de Kimba Fá. Esa es una costumbre que no abandona desde hace más de veinte años: descubrir sonidos en lugares inesperados. Hace poco hicieron lo mismo en el Gran Teatro Nacional: tocaron las butacas como si fueran cajones, golpearon los tachos de basura como bombos, zapatearon sobre las escaleras eléctricas como si se tratase de un piso de madera. PUEDES VER Director de ‘Kimba Fá’ recibe reconocimiento del ministro de Cultura Salvador del Solar Luis Sandoval, 51 años, creador de Kimba Fá, anda a la caza de sonidos. Cuando se baña, experimenta con el agua que cae de la ducha, escucha cómo suena su cabello húmedo, su piel mojada. "Y todo suena diferente". Ahora, cuando lo explica, golpea su pecho, luego su pierna, y dice que los sonidos también son distintos. "Entonces también comienzas a jugar con eso". Kimba Fá crea sonidos con el cuerpo. Mezcla teatro, danza, acrobacias, zapateo, percusión y música con objetos reciclados para luego contar las historias de los peruanos: las invasiones, los mercados, las combis, los taxis chicha, las barras bravas, la hipocresía dentro de las iglesias y, también, la brutal violencia de género. Todo hecho en el Perú. Es el primer espectáculo de ritmo afroperuano moderno con instrumentos no convencionales. Tocan con macetas, botellas de vidrio, viejas parrillas de anticucho, afiladores de cuchillos, tubos de ensayo, esteras y, claro está, con el cuerpo. Acompañan las melodías con golpecitos en sus mejillas o chocan las palmas de sus manos contra sus labios. Kimba Fá ha estado en Estados Unidos, Argentina, Chile, España, Italia, Francia, China, y después de 15 años de creación llegará por primera vez al Gran Teatro Nacional del Perú. Allí, este miércoles, celebrará su aniversario y las Bodas de Plata del Teatro del Milenio, su colectivo creador. —Es la negritud que sale—dice Omar Cruz mientras quiebra su cuerpo con una acrobacia. Y suena Quebranto, en la voz de Novalima: Me diste con tu mágica sonrisa / la dicha y la ilusión que había perdido/le diste a mi corazón herido / la calma y el consuelo del olvido. —Esa canción cantaba mi abuela —dice el actor de raíces afroperuanas. Y retorna a su ensayo en una casa a punto de ser derrumbada en San Isidro. Kimba Fá busca reivindicar la cultura de Omar, pero con el talento de todas las razas. Los 25 actores, músicos, y bailarines profesionales, provenientes de los sectores populares de Lima, mezclan la zamacueca, festejo, marinera, zapateo o el panalivio para crear un show con el humor, el contoneo y el sabor (quimba) de los afros. El miércoles se unirán tres generaciones para integrar diversos espectáculos hasta convertirlos en uno solo. Contarán, por ejemplo, la historia de dos equipos representativos del fútbol peruano. Uno más vinculado a la cultura afro que el otro. Tendrán una partido, pero sin pelota. Los futbolistas no tendrán chimpunes. No correrán, sino zapatearán. Una barra se enfrentará a la otra. Y el desenlace se conocerá sobre el escenario. El camino Luis Sandoval, director de Kimba Fá, coreógrafo, pedagogo, que acaba de ser reconocido como Personalidad Meritoria de la Cultura, comenta que aún sobreviven de la autogestión. Hace poco, la municipalidad de Lima los desalojó de un local en Barranco para construir la Vía Expresa Sur, que no tiene mayor avance. Aquella vez, hablaron con una funcionaria y le dijeron que el arte engrandece el Perú. "Le dijimos que representamos al país en festivales internacionales. Pero no les interesó. Nos botaron". Ahora, que ocupan una casa en la Av. Javier Prado, solo tienen la certeza de que en dos meses también deberán salir y no tendrán a dónde ir. Pero ellos siguen ensayando. Siguen recolectando material reciclado de Paruro, pidiendo en sus espectáculos que les regalen llantas o botellas. Ya están listos para descubrir sonidos en el Gran Teatro Nacional.