Abogado y catedrático. Fue ministro de Educación durante el gobierno transitorio de Valentín Paniagua. Fue vicerrector administrativo y, luego, académico de la PUCP. Desde el 2009 es rector de esa casa de estudios, cargo para el que fue reelegido el 2014.,La Pontificia Universidad Católica del Perú cumple cien años y, aunque los celebrará todo el año, el evento central será el 24 de marzo, aniversario de su reconocimiento oficial por parte del Estado Peruano. De eso, de sus recientes fricciones con la Iglesia –especialmente con el arzobispo de Lima Juan Luis Cipriani– y de mucho más fuimos a conversar con su rector, el doctor Marcial Rubio Correa. La PUCP cumple 100 años. ¿Qué significa eso para la universidad, para los alumnos, para los profesores, para usted…? PUEDES VER: Julio Granda, el rey de los cincuenta La universidad ha sido un inmenso esfuerzo de muchas personas para servir mejor al Perú y para dar una formación adulta a quienes tienen la fe católica, dentro, naturalmente, de una libertad de credo. Quien ve la universidad hoy día, con la serie de facilidades que tenemos, no se puede imaginar la pobreza, la escasez y la oposición con la que nació hace cien años. ¿Cómo proyectar la universidad al futuro en un momento de cambios tan radicales? Siempre se necesita que la gente sea ética y cívicamente bien formada. Que sepa la disciplina de su especialidad al día de hoy. Pero las dificultades son que el conocimiento crece muy rápido y todo esto significa que uno tiene que pensar qué debe enseñar. Hay que saber que el profesional que salga de acá en cinco años más va a tener que volver a estudiar una parte apreciable de lo que se sabe y ya no va a estar en la universidad. Entonces hay que darle instrumentos metodológicos de buen pensar y no solo información sobre su ciencia. Esto se resume en lo que se llama “aprender a aprender”. ¿Qué le falta a la PUCP para estar entre las 100 mejores universidades del mundo en, digamos, la escala de Shanghái u otras? ¡Le faltan más o menos 700 millones de dólares, hablando en buen castellano! (Risas). Para estar, no entre las cien, sino entre las 250 primeras del mundo y las primeras cinco de América Latina, lo podemos pelear con 700 millones de dólares, porque eso se logra con una plana de profesores dedicada a la investigación y, a través de eso, a la enseñanza. En este momento tenemos 640 profesores de tiempo completo y deberíamos tener 1.500. A nosotros el Estado no nos da un centavo, y hacemos lo que podemos y, con eso, estamos en el puesto 19 (en AL), que es un rendimiento de eficiencia muy grande. Y no somos los únicos. San Marcos es la segunda del Perú con un presupuesto mucho más pequeño que el de la Católica. ¡Entonces, San Marcos hace más maravillas que nosotros! (Risas). Usted va a tener ocho años de rector y más de 20 de directivo. ¿Cuál ha sido su aporte personal, modestias aparte? No puede haber falsa modestia y toda falsa modestia es una soberbia (risas). Yo lo que he hecho es tratar de ver la universidad en veinte años de lejos y, al mismo tiempo, en cómo es ahorita y tratar de proyectarla. Y en eso he puesto buena parte de las 16 horas que estoy despierto… ¿Y poner el pecho a las arremetidas de monseñor Cipriani no ha sido su otro gran aporte? Bueno, tenemos y hemos tenido arremetidas de muchos lados y de muchas formas y poner el pecho es parte y, en algún momento, lamentablemente, frente al cardenal Cipriani también. ¿Con la salida del cardenal del cargo de canciller acabó el enfrentamiento con la Iglesia? Lo que hemos buscado en todo momento es una paz con la Iglesia y creo que la hemos encontrado. Y agradezco al papa Francisco, que es el que, con una actitud de diálogo y respeto, ha permitido que esto se haga. Tenemos todavía, con el Arzobispado de Lima, unos juicios por la herencia de Riva Agüero y estamos tratando de que eso también termine. Fuera de eso, la universidad no tiene conflictos. Pero ese fue el quid del conflicto inicial... ¿No se ha resuelto? El inicial era un conflicto de aprobación del estatuto de la universidad por la Santa Sede. Eso se mezcló, en los últimos 10 años, con el problema de la herencia, que, al final, era un problema de cómo se manejan los bienes de la universidad. Era eso y casi cómo se elige al rector. Ahora está claro que el estatuto está aprobado por el Papa y que la forma de elección será: la asamblea lo elige y pide que lo confirme el Vaticano. Y está claro que, en entendimiento de la Santa Sede, los bienes de la universidad los maneja la universidad y hay una participación de la conferencia episcopal. ¿El próximo rector deberá ser aprobado por la Santa Sede...? Y yo también debo serlo... Usted es uno de los dos únicos rectores que no ha sido aprobado. ¿Cómo siente eso un católico? Bueno, un católico lo siente con mucha pena, pero con la necesidad de remar para adelante, porque, a pesar de no haber sido confirmado, he sido recibido en El Vaticano, me han permitido hablar en nombre de la comunidad universitaria y hemos llegado al feliz término de que los estatutos estén aprobados después de 46 años, porque este no es un pleito de poco tiempo. ¿Ya no hay riesgo de que la PUCP pierda el título de Pontificia? Así como hubo un decreto que pretendió quitarnos el título de Pontificia y el nombre de Católica, hay un decreto que ha dicho que nosotros tenemos el derecho, según la Santa Sede, de usarlos. Entonces ahorita estamos oleados y sacramentados... Curiosidad personal: cuando existía ese riesgo, ¿qué nombres barajaron para reemplazarlo? (Risas). Hubo, pues, muchas bromas, pero lo que nosotros elegimos fue PUCP, que es nuestra sigla, y sostuvimos, frente al Vaticano, que teníamos ese nombre por la ley peruana. Uno de los efectos, por ejemplo, es que el rector firma y otorga títulos a nombre de la nación peruana como rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Entonces, yo no puedo falsificar un título público y dejar de poner ese nombre en relación al derecho peruano... ¿Aun si el Vaticano lo hubiera retirado...? Bueno, el Vaticano dijo que no nos podíamos llamar, pero nos llamaríamos, pues, Ex-PUCP o algo así. Pero, además, somos conocidos en el mundo como la Pontificia Universidad Católica del Perú y, de repente, ¡puf!, ¿desaparezco? No, pues. Entonces explicamos al Vaticano que respetamos sus decisiones, pero, como se dice en El Principito, no hay que dar leyes que no puedan ser cumplidas (risas). Ellos lo entendieron y, aun con la prohibición del uso de la palabra Pontificia, el papa Francisco tuvo la generosidad de establecer una comisión que hablara con nosotros y solucionara los problemas. ¿Cuál es el peso real, el poder del Vaticano en el funcionamiento de la universidad? El poder acordado en el estatuto: hay cinco obispos que, junto con el gran canciller, que ahora es cardenal (Giuseppe) Versaldi, conforman la comisión de la Conferencia Episcopal peruana para la universidad y tienen que ver con el cumplimiento de los fines esenciales, que de investigación, de enseñanza, de civismo y de, respetando la libertad de credo, difusión de la religión católica. Aparte de eso, nombran ellos un representante ante el Consejo Universitario, el organismo que toma las grandes decisiones que yo, como rector, ejecuto. Tenemos, además, un departamento de Teología que debe enseñarla de acuerdo a las prescripciones de la Iglesia y un capellán. De los cinco obispos de la Conferencia Episcopal, uno forma parte del Comité Electoral y el otro, de la comisión de presupuesto. Esa es la participación formal. ¿En la parte académica deben seguir la doctrina de la Iglesia? Como una institución católica e institucionalmente nos corresponde respetar y promover la educación católica. Lo hacemos respetando la libertad de credo, que la libertad de las personas es consustancial al cristianismo. No por el hecho de que entre acá un chico lo obligamos a ir a misa o arrodillarse... Si quiere lo hace, si no quiere, no. No es un misterio que aquí hay personas que no comparten todas las cosas que dice la Iglesia, pero hay un respeto a su doctrina. La ideología de género es uno de los caballitos de batalla del sector conservador de la Iglesia. ¿Cuál es la postura de la PUCP? La universidad tiene desde hace mucho un ciclo de estudios de género que, primero, fue un diploma y ahora, una maestría. Allí lo que se estudia es la discriminación y la desigualdad en la relación entre varón y mujer en la sociedad contemporánea. Trabajamos muy intensamente buscando la igualdad y que haya por lo menos oportunidades equivalentes, si no acción positiva a favor de la mujer. Además, respetamos la libertad de expresión y aquí hay pues personas que tienen una decisión de vida homosexual y hay algunos transexuales. Tienen derecho de estar aquí, porque, desde un punto de vista católico, están hechos a imagen y semejanza de Dios, como quienes se consideran varones o mujeres. No hay que ellos no están en el plan de Dios, porque eso querría decir que Dios se equivocó. Nosotros recibimos a todo ser humano y le damos respeto y le pedimos respeto. ¿Puede un transexual ser profesor en La Católica? Puede ser, ¿por qué no? Pero tendrá que tener respeto y sus excesos serán castigados como los de un perro machista o los de una ultrafeminista, como la niña inglesa, ¿cómo se llamaba? ¡Lady Godiva! No habrá Lady Godivas en el campus de la Católica (risas). Rafael Rey dice que la Católica es un nido de comunistas y marxistas. ¿Qué le respondería? Que se ha olvidado de cómo es la Católica. Aquí respetamos la posición de cada uno. Nosotros no obligamos o expulsamos. Esto no es un noviciado. Esto es una universidad. Todas las personas tienen libertad de leer lo que quieran, dentro y fuera de la universidad, y puede haber gente que piense en términos de una izquierda más o menos extrema o más o menos moderada, o de derecha, más o menos extrema o más o menos moderada... Pero desde los sectores conservadores se ve a la Católica como una universidad de caviares... Porque somos una universidad libre y crítica y, dentro de eso, caben diversas posiciones que se expresan de la manera más seria posible. Aquí hemos educado a Francisco Tudela, a (Rafael) Rey, a Martha Chávez, a Javier Diez Canseco, a Henry Pease, (Ollanta) Humala ha llevado una maestría, Alan García fue mi compañero de clase cinco de los siete años de estudios... A propósito, los sanmarquinos nos preciamos de tener un ex alumno ilustre llamado Mario Vargas Llosa. ¿Quién es el alumno más ilustre de la PUCP en sus 100 años de existencia? ¡Nooo! Yo no lo pienso nunca. Vargas Llosa, sin duda, pero también tienen ustedes a Porras, a Basadre... Cuando sacamos la cuenta, ¡Dios mío! (Risas). ¿En eso San Marcos gana? San Marcos es la hermana mayor. Es una universidad que para nosotros es el Perú. Y la queremos mucho. A mí el padre (Felipe) Mac Gregor, un antiguo rector, siempre me dijo: no te olvides que San Marcos es una hermana, es la hermana mayor. Podemos discutir, pero no hay que olvidarse que somos hermanos.