Las elecciones presidenciales en Estados Unidos son uno de los procesos democráticos más complejos y estudiados del mundo. Este 2024, la contienda entre Donald Trump y Kamala Harris promete ser decisiva, y entender cómo se define al presidente es esencial. Desde las primarias hasta el sistema del Colegio Electoral, el camino hacia la Casa Blanca está lleno de pasos críticos que pueden cambiar el destino del país.
El proceso para elegir al presidente de Estados Unidos no se basa únicamente en el voto popular, sino en un sistema único que combina elecciones primarias, caucus y la participación del controvertido Colegio Electoral. ¿Cómo se elegirá al próximo presidente y cuáles son los momentos clave que los votantes deben tener en cuenta?
La carrera hacia la presidencia comienza con las primarias y caucus, eventos en los que cada estado selecciona a los delegados que apoyan a un candidato específico. Este proceso se lleva a cabo de enero a junio de 2024 y varía según las reglas de cada partido político y estado. Los republicanos y demócratas organizan estas competencias internas para determinar quiénes serán sus representantes oficiales en la contienda presidencial.
Donald Trump, exmandatario y favorito entre los republicanos, se enfrenta a un ambiente político cargado, mientras que Kamala Harris, como principal figura demócrata, buscará atraer a votantes en un panorama diverso. Después de las primarias, los partidos celebran sus convenciones nacionales, donde los candidatos a la presidencia y vicepresidencia son oficialmente nominados. Esto marca el inicio de la campaña electoral nacional.
El 5 de noviembre de 2024, los votantes acudirán a las urnas en la elección general, donde emitirán su voto. Aunque parece un sistema de elección directa, en realidad el destino de la presidencia se decide de manera más compleja.
El sistema electoral en EE. UU es distinto, contando con la participación del Colegio Electoral. Foto: Composición
Para triunfar en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, un candidato no necesita obtener la mayoría del voto popular nacional, sino asegurar al menos 270 de los 538 votos del Colegio Electoral. Cada estado tiene un número de electores equivalente a sus representantes en el Congreso, lo que da una ventaja considerable a los estados con mayor población. Por ejemplo, California y Texas tienen una cantidad significativa de votos electorales.
En 48 estados y el Distrito de Columbia, el sistema es "winner-takes-all", es decir, el candidato que gana la mayoría de los votos populares en ese estado se lleva todos sus electores. Sin embargo, Maine y Nebraska usan un método proporcional que permite dividir los votos electorales. Esto convierte a los estados “péndulo” o swing states en los escenarios más importantes, ya que pueden inclinar la balanza hacia un lado u otro.
El Colegio Electoral es uno de los elementos más polémicos y decisivos del proceso electoral en Estados Unidos. Este sistema, diseñado en la Constitución, fue un compromiso entre una elección directa por ciudadanos y una decisión tomada por el Congreso. Los electores, seleccionados por los partidos políticos de cada estado, emiten su voto en diciembre, después de las elecciones generales. Aunque es raro, hay casos en los que los electores no siguen el voto popular de su estado, lo que ha generado intensos debates.
Este sistema también ha llevado a resultados donde el ganador del voto popular no se convierte en presidente, como ocurrió en las elecciones de 2000 y 2016. Cambiar o abolir el Colegio Electoral requeriría una enmienda constitucional, un proceso complejo y políticamente difícil. Mientras tanto, este método sigue siendo fundamental para determinar quién se sentará en la Oficina Oval.