La pandemia dejó en la pobreza a 30,1% de los peruanos — 9,8 millones de personas, considerando que somos más de 33 millones –y el ritmo con el que se desenvuelve nuestra economía no es suficiente para reducir este indicador–.
Para 2028, el 27,8% de la población estaría en la pobreza monetaria, según el BBVA Research, tras un 2023, donde el PBI se acerca al 0% por factores como la conflictividad sociopolítica, las sequías y El Niño –que repercuten en los precios de los alimentos– y altos costos de créditos por el alza de tasas del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) para mitigar la inflación, principalmente.
Además, según el Consejo Fiscal (CF), el crecimiento económico potencial del Perú hacia el 2027 es de 2,6%, medio punto por debajo de rango de 3,0% y 3,3% que espera el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) a largo plazo. “Es muy poco para mejorar los indicadores socioeconómicos”, dijo Alonso Segura, miembro del CF.
Dicha tasa del 27,8% para el 2028 sería similar a la del 2011, y con la ampliación demográfica a 35,7 millones de peruanos que prevé el INEI hacia 2030, serían 9,7 los millones de compatriotas que no podrán cubrir sus necesidades básicas.
“La inflación ha sido el principal factor de deterioro de las condiciones de vida y eso no hay que olvidarlo. Sabiendo que viene un fenómeno de El Niño bastante severo, no solo se va a afectar a los agricultores, sino a todos los que viven alrededor de la cadena de valor agrícola y a los consumidores por la caída del ingreso y gasto real”, comentó a La República, el investigador del IRD Javier Herrera.
El experto advierte que en este escenario el empleo se desincentiva porque “el problema es la tasa de interés”, que afecta la inversión y los créditos en particular para los pequeños y medianos empresarios por el encarecimiento del capital.
Aquí, recomienda al Gobierno ampliar los programas sociales como Juntos o Contigo tanto en su periodicidad como en universo de afiliados, ya que es restrictivo condicionarlos solo para hogares con infantes o adultos mayores.
Una de las principales virtudes del modelo económico peruano instaurado hace tres décadas es la lucha contra la pobreza, porque la redujo de 60% a 20% hasta un año antes del coronavirus –aunque desde el 2014 se estancó “por factores políticos”, a criterio del experto Federico Arnillas–.
El economista Armando Mendoza sustenta que el repunte de la pobreza, junto a la contracción de los ingresos y pérdida de la calidad del empleo, ilustran el fracaso del modelo del “chorreo” instaurado en los años noventa.
“La evidencia demuestra que los sectores privilegiados acumulan sus privilegios a costa del resto de la economía. La desigualdad se incrementó. Esa teoría del chorreo concentrando los recursos, facilidades y estímulos en la cima para que chorree a los más excluidos no funciona en el Perú ni en el mundo. El chorreo llega tarde, mal y nunca”, puntualizó Mendoza, poniendo como ejemplo el incremento de la demanda de materias primas en la década pasada, pero sin reducción de las brechas.
Cerramos el 2022 con 9,1 millones de peruanos en la pobreza monetaria, y para este año, el Banco Mundial prevé que subirá a 30,5%, abarcando a uno de cada tres compatriotas.
Herrera explica que, simulando una tasa de inflación en 4% y el PBI asomándose al 0%, el 29,8% de la población sería pobre (9,8 millones).
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De estos, casi 2 millones serían pobres extremos, ya que 259.000 pobres serán alcanzados por este umbral (en 2022 1,6 millones son pobres extremos), y de los 11 millones de vulnerables, 754.000 caerán a la pobreza.
Según el Consejo Privado de Competitividad, la pobreza caería al nivel prepandemia en 2053 si seguimos creciendo a tasas del 2% en el PBI.
Javier Herrera, investigador del IRD
“La inflación ha sido el principal factor del deterioro de las condiciones de vida. Incluso con el estancamiento puede reducirse la pobreza si se impulsa la demanda interna, pero el problema es la tasa de interés”.