De los centennials o generación Z que trabajan —caracterizados por ser la primera generación de nativos digitales y que tienen actualmente 28 años como máximo—, el 45,7% presenta síntomas de depresión y un 35,9% padece ansiedad mínima o moderada, de acuerdo con una investigación de PAD Escuela de Dirección.
Estos peruanos, que se encuentran laborando en la difícil etapa de la era post COVID-19, sufren un gran estrés por tener una economía y unos sueldos distantes de lo que proyectaban obtener; además, pasan por momentos de precariedad tanto en lo económico como en lo familiar, y tienden a distraerse con facilidad.
PUEDES VER: Más del 50% de los desempleados son mujeres
A esto se suma que muchos aún presentan un desarrollo incompleto como persona, y una tendencia hacia las relaciones débiles. Un factor importante es que la familia es un centro de gravedad para ellos, hasta el punto de que el ambiente familiar del que provienen define su personalidad.
“Hacer un estudio de esta magnitud es casi un privilegio por el impacto que va a tener en muchos jóvenes. Muchas veces las empresas o instituciones guían sus políticas o programas por perfiles de jóvenes que han sido construidos en otros países, y nuestra realidad es muy distinta. Ante la falta de información, fue instintivo ir a la fuente primaria: los jóvenes que trabajan”, comenta Alejandro Fontana, profesor e investigador del PAD Escuela de Dirección.
Debido a que el perfil de los centennials presenta algunas limitaciones, como la baja capacidad de adaptación y regulación (menos del 40% presentan estabilidad emocional), valoran mucho ser apoyados para generar rutinas y hábitos saludables.
En esa línea, los empleadores deben fomentar el reconocimiento y la validación positiva en los espacios laborales. “Este estudio ha encontrado que, debido al perfil psicológico de la generación Z, ellos buscan relaciones que los validen y sean soporte: la cultura del reconocimiento es esencial para que se genere un sentimiento de pertenencia a la organización”, indica el estudio.
De esta forma, este grupo de jóvenes valora los retos y poder mostrar sus capacidades en una cultura que los motive a ello y que los reconozca, si se puede, de manera pública o, mejor, en redes sociales. El trabajo colaborativo es otro punto importante. Aproximadamente la mitad de los estudiados presenta una tendencia hacia la colaboración. Por ello, un sistema de dirección que incentive su responsabilidad y en el que sean escuchados a través de la participación es ideal para motivarlos. En cuanto a responsabilidad, casi un 70% son responsables o muy responsables.