A excepción de Apurímac, la mayoría de regiones del sur fue declarada en alerta muy alto por el avance de la COVID-19. Eso significa restricción parcial o completa de varias actividades en Arequipa, Cusco, Puno, Moquegua y Tacna. Las medidas regirán entre el 31 de enero y 14 de febrero.
La situación sanitaria es crítica en estas regiones. Las restricciones pretenden contener los contagios y darle un respiro a los hospitales que están copados o a punto de colapsar.
Desde este domingo solo están permitidas algunas actividades (ver infografía), lo que implica un frenazo de la reactivación.
Cusco, Arequipa y Puno conforman un importante corredor turístico. Un turista que visita la Ciudad Imperial casi siempre completa su periplo en el Altiplano y la Ciudad Blanca. La industria sin chimeneas volverá a parar cuando apenas estaba encendiendo motores.
Machupicchu ya recibía 1000 visitas diarias. Cerca de 40.000 cusqueños habían vuelto a trabajar en negocios y servicios vinculados a este sector o volverán a quedarse sin trabajo y sin ingresos.
El alcalde de Machupicchu, Darwin Baca, sostuvo que esta nueva medida ahondará la crisis económica de los habitantes, cuyos ingresos dependen en casi el 100% del turismo receptivo e interno. Calcula que la pérdida solo en servicios de hospedaje y restaurantes suma unos 900 millones de soles.
De igual forma, en Arequipa el sector estaba tratando de salir de “coma”. Con las últimas medidas, su estado agravará. Así definió la situación el gerente regional de Comercio Exterior y Turismo, Carlos Andrade. Explicó que los lugares turísticos abiertos, como el valle del Colca en Caylloma, podrán continuar funcionando.
En tanto, los sitios cerrados como el Convento Santa Catalina, La Mansión del Fundador, museos dirigidos por universidades y bibliotecas tendrán que suspender sus servicios. Estimó que la reducción de la afluencia turística disminuirá en 80%. Esto también debido a que los vuelos de Lima y de regiones en nivel extremos no están permitidos.
El presidente de la Zona Franca de Tacna, Aldo Fuster Ocaña, teme que que a largo plazo las restricciones causen una recesión económica. Dijo que el comercio no puede sobrevivir con el delivery y bajas ventas. Se necesita de un “salvavidas”, dijo.
En tanto, el presidente de la Aju Zotac, Isaac Chili Quispe, gremio que representa a 45 asociaciones de comerciantes, refirió que las nuevas restricciones no son tan duras debido a que la reactivación económica todavía es lenta. Explicó que el porcentaje de clientes no supera el 20% de aforo y que en febrero no habrá campaña escolar. Sobre el abastecimiento de mercancía desde Lima, recordó que la zona comercial se abastece principalmente de los productos que ingresan al país a través de la zona franca de Asia y Chile.
Con el cierre de la frontera con Chile los mercadillos viven del comprador local y los visitantes del sur del país. Los vendedores esperan la futura apertura de frontera, que por ahora parece ser la única vía para que la reactivación del comercio alcance por lo menos el 50%.
Las operaciones del transporte interprovincial hacia Lima, Ica y Apurímac también quedan suspendidas. Eso para el caso del Cusco implica una reducción de más del 30% de operaciones. Los mismo pasaría en las demás regiones.
El director del Terminal Terrestre, Tomás Lovatón, dijo que eso implica una reducción en los ingresos de las empresas de transporte y menor recaudación para la municipalidad. “Ahora movilizamos de 3500 a 4000 personas en un día. La cifra bajará. Las tres empresas que solo operan hacia Apurímac se verán afectadas”, dijo.
Restricciones en el sur