El canal virtual se vuelve cada vez más importante para las ventas. Sin embargo, en la industria de la moda el Internet ya no solo es una plataforma de compra, sino que a veces es el único entorno donde el público usará el producto adquirido.
Un artículo de la BBC relata que a principios de este año, Richard Ma, el director ejecutivo de la firma de seguridad Quantstamp, radicada en San Francisco, California (EE.UU.), se gastó 9.500 dólares en un vestido para su esposa.
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Parece mucho dinero para una prenda de ropa, sobre todo si no existe.... al menos nos físicamente.
Se trataba de un vestido digital, diseñada por la casa de alta costura The Fabricant, en Ámsterdam (Países Bajos), representado sobre una imagen de la esposa de Richard, Mary Ren, para usarse en redes sociales.
“Sin duda, es muy caro, pero también es una inversión”, dice Ma. Él explica que ni él ni su esposa suelen comprar ropa cara, pero quería este conjunto porque pensó que tendría valor a largo plazo.
“En 10 años todo el mundo ‘llevará’ ropa digital. Es un recuerdo único. Un signo de los tiempos”, añade el empresario.
Ren ha compartido la imagen en su página personal de Facebook y a través de WeChat, pero elgió no publicarla en una plataforma más pública.
Otra casa de moda que está haciendo diseños para el espacio digital es Carlings. La compañía escandinava lanzó una colección de ropa de calle el pasado mes de octubre, con precios a partir de 11 dólares. La colección se “agotó” en un mes.
“Suena un poco estúpido decir que la ‘agotamos’, lo cual es teóricamente imposible cuando trabajas en una colección digital porque puedes crear tanta [ropa] como quieras”, aclara a la BBC Ronny Mikalsen, director de marca de Carlings.
El ejecutivo explicó que pusieron un límite en la cantidad de unidades a fabricar por cada producto para hacerlo "un poco más especial”.
Ser un negocio solo digital permite a los diseñadores crear artículos que pueden traspasar los límites de extravagancias o posibilidades.
“No te comprarías una camiseta digital blanca, ¿verdad? Porque no tiene sentido mostrarla. Así que tiene que ser algo que realmente quieras mostrar, o bien algo que no te atreverías a ponerte físicamente o que no podrías permitirte comprar físicamente”.
La colección digital de Carlings fue producida como parte de una campaña de marketing para sus productos físicos “reales”. Pero la firma cree que el concepto tiene potencial y planea lanzar una segunda línea a finales de 2019.