El último miércoles, Sebastián Gómez, un estudiante de Comunicación Social de 22 años, recibió la última dosis del proyecto de vacuna contra el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) que el laboratorio Janssen viene probando en el Perú desde setiembre de 2020.
Estaba feliz, así que lo contó en su cuenta de Twitter. “Es un avance inmenso y valioso para acabar con este lastre que tantas vidas nos ha cobrado. Ser parte del estudio es un homenaje a todas sus víctimas”, escribió.
Esta semana, conversando con DOMINGO, Sebastián dijo que lo animó a ser voluntario la oportunidad de ayudar a combatir este flagelo, durante décadas uno de los problemas de salud pública más graves en el mundo.
–Yo soy parte de la comunidad LGTBI y creo que [el VIH] es un estigma que hay en nosotros –dijo–. Si puedo ayudar a romper el estigma y además ayudar a acabar con la enfermedad a través de un mecanismo de prevención como son las vacunas, me parece fundamental.
Sebastián es uno de los más de 1.600 voluntarios residentes en el Perú que vienen participando del estudio Mosaico, el proyecto de Janssen para encontrar la vacuna para el VIH.
Hace unos días se anunció que la farmacéutica Moderna había comenzado los ensayos en fase 1 de su vacuna para el VIH. La noticia dio la vuelta al mundo y fue celebrada como un tremendo avance en la lucha contra este virus y contra la enfermedad que provoca, el sida.
Pocos recordaron que el estudio Mosaico ya está en la fase 3, que es el más avanzado de todos los que hay en marcha y que en este momento es, probablemente, la mayor esperanza de hallar la tantas veces perseguida vacuna.
Sebastián Gómez, un estudiante de Comunicación Social de 22 años, recibió la última dosis de prueba del proyecto de vacuna contra el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) del laboratorio Janssen. Foto: Félix Contreras
–El mundo busca una vacuna para el VIH desde hace más de treinta años –dice Jorge Sánchez, investigador principal de la Unidad de Ensayos Clínicos Perú del estudio Mosaico–. Solo seis proyectos de vacuna llegaron a fase 3 y ninguno mostró efectividad suficiente. Mosaico es el séptimo y es el único en fase 3 en marcha.
El estudio se lleva a cabo en cinco centros de investigación: el CITBM de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la asociación civil Vía Libre, la asociación civil Selva Amazónica y las dos sedes (Barranco y San Miguel) de la asociación civil Impacta Salud y Educación. Janssen necesitaba reclutar a 3.800 voluntarios distribuidos en ocho países de Europa y las Américas. Gracias a la experiencia de estos centros de investigación, Perú es el país que más participantes ha aportado.
–La vacuna se está probando en hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y en mujeres transgénero –explica Sánchez– porque en estas poblaciones la infección por VIH tiene una prevalencia entre 20 y 40 veces mayor que en la población en general.
El reclutamiento comenzó a inicios de 2020, pero se paralizó por la pandemia y se reinició en setiembre de ese año. Sánchez explica que las redes sociales y los aplicativos de citas fueron claves para llegar a la población objetivo.
–Nuestros promotores se creaban perfiles y contactaban a las personas, les hablaban del estudio y si les interesaría participar –dice.
Jorge Gallardo, investigador principal de Mosaico en el CITBM, dice que lo primero que hacían los voluntarios es llenar el consentimiento informado, luego de lo cual se evaluaba sus condiciones de salud y si reunían los requisitos indicados para participar (uno de ellos era, obviamente, no ser portadores del VIH). Una vez considerados elegibles, en la siguiente cita se les administraba la primera dosis.
Javier Lama, investigador principal de la sede de Impacta en Barranco, explica las características principales de la vacuna.
–Es una vacuna que ha sido diseñada a partir de imitar en laboratorio componentes de diferentes variantes del VIH –dice–. Por eso se llama Mosaico. El objetivo es que sea capaz de prevenir la infección por las principales variantes, que están diseminadas por todo el mundo.
Según indica Lama, más que una vacuna, Mosaico es un esquema de vacunas: la primera es una vacuna que usa como vector el adenovirus 26, que transporta los componentes imitados del virus, principalmente proteínas, al interior de la célula, provocando una respuesta inmunitaria que, en teoría, se repetirá cuando el verdadero virus ingrese al cuerpo.
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La segunda vacuna ya no usa el adenovirus como caballo de Troya sino que inyecta directamente las proteínas a las células.
–Las vacunas se aplican en cuatro momentos –complementa Javier Valencia, investigador líder de la sede de Impacta en San Miguel–. En el día 0 y el mes 3 se aplica la primera vacuna. En el mes 6 y el mes 12 se aplican la primera y la segunda vacuna, esta última como refuerzo.
Después de que ha recibido su última dosis, el voluntario todavía debe seguir bajo vigilancia durante año y medio, para seguir chequeando si contrae el virus o si surgen efectos adversos (hasta ahora, nada ha pasado de las usuales fiebres y dolores de cabeza y musculares).
Según Jorge Sánchez, los primeros resultados del estudio deberían estar listos para el 2024, aunque podrían adelantarse en caso de que un comité revisor externo así lo considere.
–Algunos muchachos hoy en día dicen “bueno, si me infecto, tomo mis pastillas y no pasa nada”. Pero no consideran que los tratamientos son carísimos y la infraestructura necesaria para proveerlos también es costosa. Así que si los dejamos que se infecten vamos a sobrecargar los sistemas de salud.
–Hemos avanzado bastante en el manejo de la enfermedad –dice, por su lado, Jorge Gallardo–, ya que el VIH ahora es una enfermedad crónica, y tenemos alternativas de prevención, pero estas alternativas no son suficientes para acabar con el VIH como problema de salud pública. En la historia de las enfermedades, la herramienta de salud pública más contundente siempre han sido las vacunas. Por eso nuestros esfuerzos por conseguir esta vacuna.