Viaje al glaciar del fin del mundo

Expedición científicaGisella Orjeda, científica y presidenta del Instituto Nacional de Investigación y Ecosistemas de Montaña viajó a la Antártida -junto a un grupo de glaciólogos- para ver de cerca los estragos del calentamiento global. Los glaciares del Continente Blanco se derriten de forma acelerada como los de nuestro país.,Viaje al glaciar del fin del mundo,Viaje al glaciar del fin del mundo,Viaje al glaciar del fin del mundo,Los primeros días de febrero fueron los más difíciles. A pesar de ser verano austral en la Antártida, época en la que el clima abandona las gélidas temperaturas que en invierno se desploman hasta los -80 grados centígrados, las condiciones atmosféricas no dejaron de ser despiadadas. El viento sopló el día 4, con tal furia, que alcanzó los sesenta kilómetros por hora. Nadie pudo salir de la base Machu Picchu, la estación científica que tiene nuestro país en aquel remoto continente y que funciona como un centro de investigación. El equipo de científicos del Instituto Nacional de Investigación y Ecosistemas de Montaña (INAIGEM), por ejemplo, tuvo que parar en seco sus trabajos en el glaciar Znosko, una gran explanada de hielo perpetuo ubicada a quince minutos de la base, donde realizaban sus estudios de exploración, como fotografiar su superficie con un dron para medir su masa; instalar dispositivos llamados kestrels que registran la temperatura, humedad y velocidad del viento en su superficie; o tomar muestras de hielo profundo y flora del lugar, como líquenes y musgos. Estas actividades fueron interrumpidas por el mal tiempo. Pero el día 5, disminuida la ventisca, retornaron al glaciar. Para su sorpresa algunos kestrels se habían caído y estaban ocultos bajo la nieve. Debían repetir el esfuerzo de reinstalarlos una vez más. El día 6 el viento arremetió otra vez. Solo tuvieron un par de horas para colectar muestras de algas de la laguna formada en el glaciar. El día 8, durante el recorrido, ocurrió un pequeño incidente, uno del grupo casi cae a una grieta del Znosko. La PhD en genética y presidenta del INAIGEM, Gisella Orjeda, es quien capitaneó a este grupo integrado por la glacióloga Luzmila Dávila, el experto en manejo de drones y geomática Alexander Santiago, la responsable del inventario de glaciares y lagunas nacionales Mayra Mejía y Edwin Loarte, especialista en teledetección e hidrología. A modo de bitácora, Orjeda registró día a día las vicisitudes que vivió su equipo durante su estadía en el llamado "continente blanco", a donde viajaron para conocer cómo las altas temperaturas están acelerando el deshielo de los glaciares polares, las grandes reservas de agua congelada del mundo. "Queremos convertir al INAIGEM en una entidad de investigación de élite para beneficio de las poblaciones de las montañas. Nuestro objetivo es estudiar el efecto de la deglaciación sobre la biodiversidad marina y lacustre para poder dar recomendaciones a las poblaciones peruanas que viven de esta", nos escribe Orjeda, vía correo electrónico, explicando la misión de su grupo científico que, por cierto, hoy domingo 17 ya debe estar en camino de regreso a Lima, después de 68 días de travesía. El BAP Carrasco, el moderno buque oceanográfico de la Marina de Guerra, los está trayendo de regreso hasta Punta Arenas, ciudad de exploradores y aventureros ubicada en el Estrecho de Magallanes, en la Patagonia chilena. Vuelven sanos y salvos, tras comprobar que hacer investigación en la Antártida, a cero grados, es un trabajo de valientes. Colgada de la débil señal del internet del buque, la científica, y expresidenta del Concytec, sigue publicando noticias desde el portal La Mula, y nos habla desde el Whatsapp. Científicos de élite Los del INAIGEM no viajaron solos a la Antártida. Fueron parte de un grupo de 40 científicos peruanos, de diferentes instituciones, que desarrollaron diferentes investigaciones. Los del Instituto del Mar del Perú (IMARPE), por ejemplo, realizaron un estudio sobre el grado de contaminación con restos de hidrocarburos o metales pesados de la ensenada Mackellar, mar situado frente a la base Machu Picchu, pues, aunque usted no lo crea, las aguas antárticas también están contaminadas: un estudio difundido el 2017, en El País de España, evidenció, por ejemplo, la presencia de cocaína, cafeína y otros fármacos. Los científicos del Instituto Geológico Minero Metalúrgico (INGEMMET), por otro lado, fueron a explorar la existencia de lagunas subterráneas bajo la gélida geografía. Los profesionales de varias universidades e institutos nacionales se aliaron en un proyecto de exploración del estrecho de Bransfield, mar del océano Atlántico, donde habrían montes submarinos. Si no lo sabía, esta es la campaña científica número 26 que realiza nuestro país en el continente helado, donde otros 66 países tienen sus bases de investigación. "La estación Machu Picchu es temporal -explica Gisella Orjeda-. Nuestros científicos solo se quedan una temporada, pero hay otras, como la brasilera y polaca, bases vecinas a la nuestra, que son permanentes. Sus científicos viven allí". ¿Por qué es tan importante esta travesía a la Antártida para los científicos del INAIGEM? Porque la Antártida es como la meca de la investigación especializada en los efectos del cambio climático y el retroceso de los glaciares. Hay que recordar que nuestro país tiene más del 70% de los glaciares tropicales del continente y están retrocediendo de forma acelerada, tanto como los antárticos que, según expertos, han perdido en seis años 219 mil millones de toneladas de hielo. Qué mejor lugar para compartir experiencias y recomendaciones para hacerle frente a la desglaciación que viajar al lugar donde se congregan profesionales de todo el mundo preocupados por este fenómeno. "Este proyecto durará tres años, viajaremos un par de veces más a la Antártida, al terminar daremos recomendaciones de las políticas que debe seguir el Estado para manejar de forma sostenible su biodiversidad", escribe Orjeda. Burbujas de aire "Impactar en la sociedad peruana a través del conocimiento" ese ha sido el plan que tenía Gisela Orjeda desde que era una estudiante de biología de la Universidad de Agraria de La Molina. No se quedó en palabras. Tras vivir varios años en Francia, trabajando en Genoscope, unos de los laboratorios que decodificaron el genoma humano, y haber realizado investigaciones importantes como el mapeo genético del genoma del arroz y la papa, decidió repatriar su talento y volver al Perú.Aquí formó y lideró la primera unidad de investigación genómica en la Universidad Cayetano Heredia. Tiempo después, su nombramiento como presidenta del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (CONCYTEC) la hizo conocer el aparato público. Desde allí pudo provocar ese impacto en la ciencia que tanto anhelaba. Hay que recordar que la científica logró un incremento sustancial en el famélico presupuesto de esta institución estatal. Hoy, como presidenta del INAIGEM, Orjeda se ha propuesto levantar el nivel de la institución y dar todas las facilidades a sus científicos para que participen en investigaciones de alto nivel como este viaje a la Antártida. Como dijimos, la investigación está en su primera etapa. Los científicos vuelven con pedazos del continente en sus mochilas como, por ejemplo, muestras de hielo obtenidos de las profundidades del glaciar Znosko, ¿Qué harán con ellos? Analizar las burbujas de aire que yacen congeladas desde hace cientos de miles de años en su interior, para ver qué tan contaminada era la atmósfera en ese entonces y cuánto se ha degradado hasta ahora. Orjeda quiere hacer una nueva revolución en la ciencia nacional, ha elegido empezar en los hielos del fin del mundo.