Según estimaciones, alrededor de 42 millones de personas en todo el mundo, entre hombres y mujeres, se dedican a la prostitución. Esta controvertida práctica adopta diversas formas y su legalidad varía de un país a otro e incluso dentro de distintos estados o condados. La amplia disparidad legal refleja las diferentes posturas relacionadas con esta actividad, contemplan temas tan complejos como la explotación, trata de personas, roles de género, ética, libertad de elección y normas sociales.
Según un informe reciente del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida, se estima que en América Latina y el Caribe hay alrededor de 2.463.000 personas que se dedican al trabajo sexual. Sin embargo, es importante tener en cuenta que estos datos no incluyen a Chile, Venezuela y Puerto Rico, por lo que es probable que el número sea considerablemente mayor.
La Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe ha descubierto que las personas que laboran en este rubro están organizadas en al menos once países de América Latina. Además, en Colombia, Guatemala, Nicaragua y Perú, están sindicalizadas y cuentan con reconocimiento legal. Solo Puerto Rico define el trabajo sexual como un delito, aunque, como en todos los países de la región, los prostíbulos, las meretrices y el proxenetismo existen en este país.
En solo tres países de la Unión Europea, se aplica una prohibición estricta al trabajo sexual, puesto que tanto las personas que solicitan este servicio como las que lo ofrecen son sancionadas. Francia, Suecia e Irlanda siguen el modelo nórdico neoabolicionista, por el cual esta actividad es legal, pero ser cliente es ilegal.
En contraste con ellos, la mayoría de los estados miembros de la UE adoptan una postura más tolerante. España se encuentra entre los países que no regulan la prostitución, lo cual implica que ejercerla es legal. Sin embargo, se castiga el enriquecimiento de terceros a través de prácticas como el proxenetismo o la operación de prostíbulos.
Mapa de la legalización de la prostitución. Foto: Statista
Por su parte, Alemania, Austria y Países Bajos se encuentran a la vanguardia en la incorporación de las personas que se dedican a esta actividad a la economía formal, ya que en estos países la prostitución no solo es legal, sino que también está regulada. Un ejemplo destacado es Alemania, donde en 2002 se implementó una legislación que equipara el trabajo sexual a cualquier otro empleo.
Resulta extremadamente desafiante abordar el tema de la economía y la prostitución. Dado que se trata de una actividad no regulada, pero tolerada, se genera toda una economía clandestina de la cual no existen cifras oficiales ni confiables que indiquen la magnitud del dinero que se mueve en ella.
Solo Brasil, Colombia y Uruguay reconocen como trabajo a la prostitución. Foto: composición LR
No obstante, en un intento por comprender su impacto, el Instituto Nacional de Estadística (INE) de España, incorporó por primera vez a la prostitución en los datos económicos en 2016. Estimó que representa aproximadamente el 0,35% del Producto Interno Bruto (PIB). Esta inclusión evidencia que esta actividad es un factor económico constante.