Todo un reino para un perro, para el viringo, el perro calato peruano. El artista Felipe Coaquira (Arequipa, 1977) hilo tras hilo fue bordando todo un universo, a manera de lienzo, alrededor del perro prehispánico. Ese trabajo, que le costó días y noches de tejido, acaba de ganar el Concurso Nacional de Pintura del Banco Central de Reserva del Perú. La obra se llama “Historias de Sonata en el Reino Viringo”y está hecha con hilos de fibra sintética y algodón sobre lona y bastidor y, como el artista dice, inspirada en los tradicionales bordados del Colca.
El bordado tiene dos partes. Al lado izquierdo, está el viringo sentado, rodeado por mujeres con atuendos de época. Este segmento está concebido con hilos de colores más suaves. Al lado derecho, con hilos más marcados, hay una suerte de comparsa de músicos, personajes de referencia barroca, algunos inspirados en los dibujos de Baltazar Martínez Compañón, quienes le rinden homenaje al can de los moches y chimúes.
“He tratado de hacerle un homenaje a este animalito que en la historia del Perú no siempre ha estado bien. Estuvo bien en los tiempos prehispánicos, pero no así en la colonia, que lo asociaban con plagas o pestes. Tampoco a principios de la república, que vivió estigmatizado. Recién, hace 30 o 40 años, se lo ha rescatado. Ahora es como una moda. Ahora, muchos quieren tener un viringo, todos lo quieren, como que este perrito quiere unir a la sociedad peruana”, explica Felipe Coaquira desde su natal, Arequipa.
Señala que siempre le interesó el perro peruano, a tal puntoque se dedicó a investigarlo. Así descubrió que no todo fue feliz para el viringo, que llevó también una historia de sufrimiento y que con el curso de los tiempo ha salido adelante hasta convertirse en un ícono de la cultura peruana.
Felipe Coaquira, como muchos artistas arequipeños, al comienzo de su carrera fue cautivado por las acuarelas. Estudió en la Escuela Nacional de Arte Carlos Baca Flor. En su época de estudiante, además de las acuarelas, se interesó por conocer a artistas de otras latitudes y tendencias, como José Sabogal, Enrique Camino Brent y Jorge Eduardo Eielson.
El curso de la vida, también los llevó a otros lugares, a Santiago de Chile . Desde entonces, su trajín de artista está entre la capital del país sureño y la ciudad de Arequipa, en idas y vueltas.
“Hacer acuarelas era como dedicarme al souvenir, aunque lo mío estaba más por el dibujo, pero había que resolver los apremios económicos”, dice Coaquira.
Pero hizo acuarelas con calidad y ganó reconocimientos. Precisamente en Santiago de Chile ganó la Medalla de Oro en el Salón Nacional de la Sociedad nacional de Bellas Artes de Chile con una acuarela, que le abrió más puertas. En Arequipa también ganó otro premio, por los 150 años de Yanahuara. Asimismo, en Moquegua se hizo de un segundo premio en el concurso “El Sol del Sur”.
“En ese afán, descubrí la obra de Eielson como artista plástico. Me impresionó sus nudos y trabajos con hilos. Nunca pensé que años después trabajara con hilos e incluso ganara un concurso”, afirma el artista.
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Su relación con los hilos y tejidos sin embargo no solo se remite a ese golpe de admiración a Eielson. Admite que le viene desde más lejos, como un mandato genético por vía de su padre quien es natural del Colca, en donde se trabaja el bordado de la manera más primorosa.
“Mi padre es del Colca, allí conocí el trabajo de las tejedoras. Incluso, en esta obra, algunos personajes son mujeres del Colca y otros más simbolistas, de Martínez Compañón. No he querido dejar dejado de lado del todo la técnica artesanal. Creo que hay que reescribir la historia del tejido artesanal del Colca”, concluye Felipe Coaquira.