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Cultural

Gino Ceccarelli: “Miran la selva como sábana verde en la que no viviera nadie”

El artista exhibe la muestra “El canto de la luna” en Miraflores, que reúne una serie de sus pinturas que explican el rol mágico y ordenador de la luna en la Amazonía.

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Artista. Gino Ceccarelli Bardales. Foto: Gerardo Marín/La República

Gino Ceccarelli Bardales, como amazónico que es, se ha internado al bosque. Su arte está poseído de mitos y leyendas. En sus lienzos aparecen runamulas, sirenas y chullachaquis en una dimensión terrestre. No los recrea desde el folclore ni los mira con lirismo. Al contrario, a veces los pinta -sin negar su belleza y esencias míticas- desde una pavorosa realidad presente, como es la contaminación petrolera o la tala indiscriminada.

“Yo soy un cruce, por mi padre, italiano, y por mi madre, amazónico, pero más me gana el lado amazónico”, explica Ceccarelli (Iquitos, 1960) que actualmente exhibe “El canto de la luna”, en la galería-restaurante MARiposario, en Miraflores.

La muestra reúne una serie cuadros de diferentes épocas en los que está presente la luna, que en la amazonía propiamente es un ser mitológico.

“Se trata de darle un valor a la luna en las culturas amazónicas, tanto urbana, ribereña y nativa. La luna cumple un rol fundamental, es un referente para todos. La Amazonía se rige por el ciclo lunar. Rige los desplazamientos, la pesca, la caza, los nacimientos, la siembra, la cosecha. La gente sale de noche a cazar o pescar”, afirma Ceccarelli.

Cuadro El rey y la anaconda. Foto: difusión

Es la confianza en la luna...

Mira, en la Amazonía no hay esa relación histérica que tenemos en Occidente con la oscuridad. Claro, la gente prefiere el día, pero igual, en la noche sale a cazar, a pescar. No hay tanto esa cosa histérica a lo desconocido, no hay esa cuestión de que la oscuridad es lo peor del mundo.

Opera otra concepción...

Lo que pasa, a diferencia de los Andes, es que no tenemos demasiados esos niveles de sacralidad como existe con los apus, las lagunas, el sol. El miedo a lo sagrado. En la Amazonía el contacto con los dioses es muy cercano, está en las plantas, los árboles, en los animales, los río. La relación es directa, muy tranquila. Digamos, en la selva hay más cosas mágicas que sagradas. No tenemos esa creencia impuesta por el cristianismo que es el miedo al castigo divino.

Como no hay ese miedo, ¿tu pintura trata con cierto erotismo, voluptuosidad los mitos y deidades amazónicas?

Creo que tiene que ver eso. Pero hay dos cosas que debo decir. Uno, la Amazonía es femenina, porque allí todo tiene madre. Como dice César Calvo en Las tres mitades de Ino Moxo, la mujer ya existía antes de que Dios nazca. Dos, si la Amazonía es femenina, la luna en la selva es varón. Alguna vez, en un seminario de profesores bilingües de distintas culturas amazónicas, les pedí que dibujen la luna. Todos la dibujaron como varón. Decían que era un hombre, con manchas, que se había ido al cielo.

¿Qué te lleva a interpolar los mitos con la realidad presente?

No olvides que a mí me ha jalado mi lado amazónico, por eso los mitos y leyendas que ilustro o pinto, los personajes míticos, yo los humanizo. No les doy un nivel que son seres especiales, que viven en otra dimensión, sino que están al corriente. Por eso mis runamulas, chullachaquis, son seres sufrientes, alegres, con todas las virtudes y defectos humanos. No los pongo en un nivel de sacralidad. Les doy humanidad. A través de mi obra trato de demostrar que la Amazonía no solamente es un espacio a conquistar de petróleo y madera. O que es solo belleza, una cosa exótica, turística, sino allí hay gente que vive, que sufre, que brilla con una cultura poderosa. Ese imaginario es lo que me atrae a mí.

¿En sus mitos viven otra realidad que la nuestra?

Claro, lo que nosotros llamamos mitos y leyendas, para las culturas nativas no son mitos y leyendas, es su historia. Es por eso cuando yo trato sus mitos y leyendas, lo hago con mucho respeto, porque ellos te cuentan, por ejemplo, que su bisabuela fue una guangana que se cruzó con un venado y que ese es el origen de su familia. Y lo dicen con una naturalidad y no como una cosa mágica o mítica.

¿Los mitos como identidad?

Los mitos amazónicos los podemos dividir en tres grupos. Los mitos urbanos, como los chullachaquis, runamulas, sirenas, que está en el imaginario de todo amazónico, es el rasgo que más identifica a los amazónicos. Todos hemos sido amamantados por mitos y leyendas. Curas, militares, cualquier civil, todos creemos en chamanes. Luego están los mitos ribereños, que a veces son otros o son los mismo, con variantes. Y el tercer grupo, los mitos o las leyendas que son la identidad de los pueblos indígenas. Esos tres grupos de mitos coexisten y conviven.

Pero la globalización los amenaza...

Claro, con la globalización todo se está modificando. Por ejemplo, esa vulgarización que ocurre ahora con la música amazónica. Los shipibos ya tocan música de fusión, con chicha, no sé qué..., que tal vez es interesante todo eso, pero afecta las esencias. Hay una vulgarización de la cultura amazónica. Por ejemplo, eso de identificar a la mujer amazónica como mujer fácil, alegre o que el charapa es irresponsable, que solo quiere divertirse, se han convertido en cliché. Las danzas nativas ahora casi todas se parecen y son más para turistas, porque se han convertido en una manera de ganarse la vida.

Tu obra también denuncia. Pintas, por ejemplo, una sirena en un charco de petróleo.

Esa es también parte de mi labor como artista, como ser humano y como amazónico. Poner en alerta la belleza que podemos perder. Doy alerta. Como ocurrió con el Baguazo, la gente de Lima volteó la mirada para saber lo que pasaba en la selva. Hay muchos artistas que estamos en esa tarea.

Siempre se dice que estos pueblos están olvidados por el Estado...

Sí, pero cuando llega el Estado, llega para dar en concesiones su territorio. Y es que todo se resuelve en Lima. Y ellos, los amazónicos, son los últimos en enterarse que sus bosques ha sido concedidos a una maderera, petrolera e incluso hasta los planes educativos se hacen sin consultar con la gente de la amazonía.

Se tiene una visión irrespetuosa de la Amazonía.

Esa visión limense que se tiene de la selva aún no se ha perdido. Claro, desde el avión se ve como una sábana verde, con sus ríos. La miran como un paraíso extractivo a conquistar. La miran como si allí no viviera nadie.

Detalle de la recreación de una bella runamula que ha sido cazada. Es decir, una visión humanizada. Foto: difusión

El dato

La exposición. “El canto de la luna” se exhibe en la galería-restaurante amazónico La MARiposario, ubicada en la av. Mariscal La Mar 1332, en Miraflores.