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Cultural

Darío Sztajnszrajber: “La filosofía es de nuestra intimidad más cotidiana”

Darío Sztajnszrajber. El filósofo argentino presentó su libro Filosofía en 11 frases en la FIL Lima. Aquí detalla algunos aspectos de cómo asume ese oficio de meditar.

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Filosofía

Por: Pedro Escribano

Sostiene que su tarea es la de divulgador de la filosofía, de descolgarla de los puntos más altos y traerla a tierra. El filósofo argentino Darío Sztajnszrajber, que estuvo en Lima invitado por la FIL, ha publicado Filosofía en 11 frases (Paidos), en el que comenta, digamos cotidianiza, frases de Heráclito, Sócrates, Aristóteles, San Agustín, Descartes, Hobbes, Marx, Nietzche y Derrida.

¿Filosofía en 11 frases es invitar a que la filosofía transite a pie?

Es una manera de conciliar a la filosofía con su vocación originaria, que es que cualquiera puede hacer filosofía. Un hecho que lamentablemente se fue perdiendo con la burocratización y departamentalización de la filosofía como disciplina. Ha sido así como extirpada de la posibilidad de que cualquiera puede hacerlo. Cuando digo que cualquiera puede hacer filosofía, significa que todos tenemos esa vocación existencial de hacernos esas preguntas, pero se ha perdido la idea de su popularización, porque se ha vuelto una disciplina.

Se ha intelectualizado…

Sí, en el mal sentido del término. Esa intelectualización va de la mano de desposeerla de la posibilidad de que sea lo que cualquiera pueda hacerlo. Lo intelectual es al mismo tiempo clave de la filosofía. Es un trabajo que uno hace, un trabajo mental, pero también la filosofía se ha como escindido de su colección corporal, porque cuando uno hace filosofía a fondo lo que siente es como una zozobra. Siente que se le desmadran sus ideas fundamentales y, cuántas más preguntas filosóficas se hace, más ve tambalear esas certezas que constituyen nuestro cotidiano.

De la filosofía se habla como grandes preguntas celestes. Fernando Savater busca divulgar para el común.

Sí. La palabra divulgación en su origen incluye vulgo, tiene que ver con el pueblo. Lo que pasa es que hay una filosofía popular no en el sentido de su banalización, sino en el sentido de que cualquier persona se hace esas preguntas que son las grandes preguntas, no celestiales por imposibles, al revés, bien a la mano de nuestra intimidad más cotidiana.

Preguntas suscitadas por las situaciones cotidianas.

Claro. Cualquier persona se pregunta por qué se tiene que morir o acerca del sentido de la existencia; o por qué uno siente que cuando habla tiene en su interior una especie de alma, algo, fuego, que hace que esté pensando; o por qué el lenguaje funciona como funciona; o por qué nos conectamos con el otro desde el amor y el amor no puede y nos saca de nosotros mismos. Todas esas preguntas son preguntas que cualquiera se hace. Sin embargo, se ha perdido esa posibilidad, no ha pasado solo con la filosofía, también con la historia y otras disciplinas, se volvieron aristocráticamente disciplinas para pocos.

Con la crítica literaria pasa lo mismo…

Ni hablar. Quiero contarte el ejemplo de la historia. A cualquiera de nosotros nos gustaría saber cómo fue el día de nuestro nacimiento. Eso es historia. ¿Qué pasó? ¿Quién lloró? Y tú le preguntas a tu madre cómo fue el día de tu nacimiento y te dice fue un día soleado. Le preguntas a tu padre, te dice llovió. Ahí tienes el problema epistemológico de la historia. Las fuentes distintas interpretan un hecho de manera diferente.

¿Cómo es la filosofía cuando se asociada al poder?

La filosofía, como toda construcción humana, está asociada tanto al poder, como a la resistencia, del mismo modo que la religión está asociada al poder. Del mismo modo que hubo la Inquisición y la Teología de la liberación. Del mismo modo, en la teoría tienes a cómplices del poder y tienes a filósofos de la subversión. Hay de todo, cuando la filosofía es cómplice del poder, el poder se sirve del discurso de la filosofía para legitimar su statuo quo; y cuando la filosofía se vuelve cuestionamiento, vuelve el modo de subvertir ese sentido común instalado.

La iglesia ha organizado sus leyes en diez mandamientos, usted en 11. ¿Cuál es el criterio?

Debo darte la respuesta en distintos planos. Podían haber sido 13, 7. Hay una cuestión editorial. Yo partí de 73 frases, fui reduciéndola. Pero el criterio es que sean frases representativas de la historia de la filosofía y que toquen temas muy diversos, sobre el amor, la amistad, el poder, Dios.

¿Funciona como catálogo o como frases que gatillan actitudes humanas?

Más lo segundo. Funcionan como frases disparadoras de temas, cada frase tiene su particularidad. Por ejemplo, la frase “solo sé que no sé nada”, de Sócrates, es una frase que yo la explico. Primero lo que explico es que la frase no existe, en ningún lugar Platón escribió esto. Sin embargo, se cree que sí. También está bueno desmitificar, porque no es literal.

¿En el caso de Maquiavelo?

Igual, en ningún libro Maquiavelo escribió el fin justifica los medios. Está todo bien, pero no es literal. Luego, entender que la esencia de la filosofía está en la frase. Pero cuando tomo la frase San Agustín, que dice “ama y haz lo que quieras”, no me dedico a analizar a San Agustín. Allí me dedico a deconstruir el amor y entender que si Agustín, desde el pensamiento cristiano, entiende que si hay amor, todo se justifica. Es una frase que escribe San Agustín analizando por qué Dios “sacrifica” a su hijo.

Usted plantea otra lectura...

A ver, San Agustín dice “si hay amor, se justifica”. Yo tomo la frase y la invierto, la utilizo como un modo de deconstrucción de la monogamia, que si San Agustín lo leyera, me tiraría con medio África, ya que nació allí. La frase sacada de contexto y recontextualizada significa que si hay amor, yo no soy tu dueño, haz lo que quieras. El amor también puede justificar eso. Ahí está el debate.