Octavio Santa Cruz. El reconocido músico e investigador ha publicado un libro que recoge una muestra gráfica de una década que él considera capital para el desarrollo del arte gráfico en nuestro país. ,Por: Jorge Valenzuela Garcés Octavio Santa Cruz (Lima, 1943) es uno de los principales representantes de la cultura afroperuana. Sobrino de Nicomedes y Victoria Santa Cruz, ha desarrollado una importante carrera en el ámbito de la música popular a partir del virtuoso manejo de la guitarra y su talentosa voz, pero también de la investigación académica con La guitarra en el Perú (2004). Pero en él, no todo es música, en el campo editorial, cuando trabajó en el INC, en los años 70, junto a Alfonso Respaldiza, diseñó la revista Runa. Asimismo, hizo carátulas memorables para los libros de Ribeyro, Sologuren o Calvo, entre otros autores. En esta oportunidad, y como profesor de Historia del Arte en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de San Marcos, nos entrega El diseño gráfico en Lima. 1960 (ediciones Noche del Sol, 2018), trabajo producto de su tesis doctoral y que postula que, durante los años 60, el diseño gráfico en Lima vivió una gran experiencia artística que superó largamente su carácter instrumental o publicitario. PUEDES VER Ministerio de Cultura celebra el “Mes de la Cultura Afroperuana” [FOTOS] El libro, una verdadera joya editorial y gráfica, está escrito desde la heterodoxa perspectiva del historiador del arte, pero también del artista creador cuya participación decisiva en el diseño gráfico de los 60 lo convirtió en protagonista del movimiento. El objeto de estudio está muy bien acotado y por ello se limita a la llamada “década prodigiosa” en la que confluyó un interesante grupo de artistas que recibió la influencia de diseñadores suizos como Werner Stockli, André Bovey y Hans Bosshard, del francés Claude Dieterich y de peruanos como José Bracamonte. El libro, si bien se ocupa del legado de estos diseñadores, se centra en la obra gráfica de Jesús Ruiz Durand, Víctor Escalante, Ciro Palacios, Carlos Tovar, Eliseo Guzmán y Pedro Guimoye. El campo que explora Santa Cruz es amplio, como amplia fue la experiencia del diseño gráfico, aunque bien valdría la pena llamarlo arte gráfico. En el campo editorial trabaja la diagramación y la carátula de libros, revistas y las ilustraciones. En la producción masiva y comercial analiza los afiches, los folletos y los avisos publicitarios. Con respecto a la creación de imagen para la identidad corporativa se atiende a los logotipos y símbolos, tipografía, señalizaciones y, en casos especiales, diseño de alfabeto y caligrafía. Si bien el libro apela metodológicamente a la historia del arte en sus complejas tramas contextuales, procesales y estéticas, el libro tiene más bien la estructura de un conjunto de notas, conversaciones y recuerdos que hacen de lo estudiado un objeto más personal. Es realmente impresionante la cantidad de material gráfico que contiene el volumen de más de trescientas páginas en las que conviven las carátulas de los festivales del libro de fines de los 50 y 60, con los afiches de Ruiz Durand, al servicio de la Revolución de Velasco. El libro se cierra con el análisis material, formal y de contenido de diseños de Sabino Springett, Alejandro Romualdo, Badía Vilató, Bassler, Dieterich, Bracamonte, Carlos González, Ruiz Durand, Escalante, Palacios, Tovar, Santa Cruz y Eliseo Guzmán. Una nota final. Hubiera sido atendible un análisis más ideológico de las formas, íconos, imágenes y logos empleados por los diseñadores en los años 70. Asimismo, una aproximación al papel que jugaron, en el campo político, algunos de los diseñadores mencionados. Tomemos como ejemplo los afiches de Ruiz Durand, cuya influencia fue determinante en las campañas de difusión del programa político de Velasco y en los procesos de concientización masiva que llevó adelante. Con todo, el aporte de Octavio Santa Cruz es notable a la historia del arte gráfico en el Perú.