Entrevista por Sandro Mairata
Luis Gnecco, de 60 años, tiene poco tiempo en Lima y mucho por decir sobre el negocio del cine, el proceso de contar una historia, y cómo los públicos reciben cada nueva película que se proyecta en su país, Chile. Actor con amplios pergaminos a su nombre –hizo de Pablo Neruda bajo la dirección de Pablo Larraín en la celebrada "Neruda" (2016), y dio vida al nefasto sacerdote Fernando Karadima en "El bosque de Karadima" (2015)–, Gnecco se encuentra en Perú para filmar "La costurera" junto a Aitana Sánchez-Gijón y Mayella Lloclla bajo la dirección de Daniel Rodríguez Risco ("El vientre", "Siete semillas").
“Será muy polémico y novedoso cuando se estrene”, dice respecto al diseño de producción de "La costurera", a cargo del peruano Pepe Corzo, quien “está haciendo un diseño megafabuloso para una historia bastante tradicional”. Aún no se conocen muchos detalles de la trama, salvo que –en palabras de Lloclla– “me recuerda a una película de Tim Burton”. Gnecco no aporta más detalles, pero concuerda en que “es una película interesante, no solo regionalmente, sino que va a marcar una diferencia en el cine peruano porque creo que no, no es una película que se haya hecho hasta el momento con esta calidad de producción”.
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— Vienes de hacer papeles de temática social muy fuerte en años recientes. Con tu presencia, el misterioso guion de "La costurera" me intriga aún más. ¿Qué te convenció a aceptarlo?
— Mira, seré muy honesto. Yo leo el título y dice “La costurera”. Bueno, ya (pensé), esto no puede ser una película muy filosófica, pero en fin. Yo soy muy prejuicioso y comencé a leer, comencé a leer. Y, efectivamente, al principio era como una película casi tradicional, casi costumbrista. Pero, de pronto, comencé a leer las acotaciones porque la trama puede parecer muy sencilla, pero no. En las indicaciones surge una película paralela y ahí la película se transforma hacia casi otra cosa distópica. O sea, a partir de una trama absolutamente sencilla y tradicional, la película salta a una distopía.
— Y ahora que empezaron las filmaciones, ¿cómo va todo?
— Bueno, los peruanos son muy amables; a mí me llama la atención porque yo soy muy crítico del carácter chileno. Somos más frontales, pero los peruanos son muy amables y ha sido muy notorio. A mí me gustan como los crews, los equipos de filmación y es muy impactante, gente muy concentrada, pero muy, muy dispuesta, muy profesional. Me tiene muy impactado. Es un equipo mediano, no te diría que ni grande ni chico, pero muy impactante lo amalgamados que están. A mí me gustan los juguetes, estudiar los fierros (del set), siempre me hago amigo del fotógrafo, del grip, de los asistentes, en fin, de todo el mundo, suelo preguntar. Y se nota una mística –es una buena palabra–, una poesía, una cohesión de grupo.
— El cine de Chile ha estado dando grandes sorpresas en festivales y premiaciones de primer nivel en el mundo. ¿Cómo se ha logrado?
— Me han hecho la misma pregunta unos colegas tuyos y yo no tengo la respuesta. A mí me gusta un cine muy mínimo, un cine de pocos recursos, pero donde haya más posibilidad de diálogos intensos, de grandes diálogos, donde cada personaje tenga una postura y el otro le contesta con diálogos inteligentes, estructurados. El cine chileno no tiene eso, el cine chileno tiene más bien una mirada muy despojada, muy mínima, como de pequeños movimientos.
Por ejemplo, "1976" (de 2022, coescrita y dirigida por Manuela Martelli), la última película que fue postulada al Goya y ganó un platino. Es una película mínima hecha con muy poco dinero y, además, mínima en términos de trama, pero es una delicadeza de película cuando tú la entiendes. Creo yo la respuesta final a tu pregunta es que ha habido una agencia llamada Cinema Chile que le ha dado mucho impulso a nuestro cine. Y hubo productoras particulares que están haciendo muy bien el trabajo. Algunos directores que se constituyen en productores en sí mismos, y construyen pequeñas productoras, pero que están haciendo un muy buen trabajo, un trabajo serio.
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"El bosque de Karadima" (2015) narró los abusos sexuales de la Iglesia Católica en Chile. Foto: Chilevisión
— Aquí hemos tenido dos casos de interés muy recientes: una película que la crítica respaldó llamada "Willaq pirqa: el cine de mi pueblo" que llevó con mucho esfuerzo 80.000 espectadores en varios meses, y otra comercial llamada "Soltera, casada, viuda, divorciada" que hizo medio millón de espectadores en tres semanas. ¿Pasa lo mismo en Chile?
— Me llama la atención lo que dices. En Chile hace mucho tiempo que una película no llega a 500.000 espectadores, o sea, "1976", por ejemplo, que es una bonita película, una película necesaria e interesante de ver, ¿eh? No ha sido estrenada en cine. O creo que, de pronto, sí, por ahí, cometo alguna ignorancia, pero te aseguro que si la estrenaran en cines, llevaría a 10.000 espectadores con sueño. Hay 2 cosas. Una que tiene que ver con la, digamos, mercantilización de la distribución en Chile. Que, bueno, cualquier distribuidor en Chile, obviamente como en cualquier parte del mundo, quiere tener 25 copias del Hombre Araña.
Lo otro es que una obligación por ley de tener en todas las salas una cuota de exhibición, una película chilena. Tú puedes tener una película chilena, inclusive ahora, que compita con 10 de Marvel. Si esa película fuese un hit, estaría llena la sala, digamos. El problema es que ahí hay, curiosamente, una visión del cine chileno que, entre comillas, es muy “artística”. Muy delicada. Muy acertada muchas veces, pero no siempre estoy de acuerdo con eso. No es un cine que vaya a buscar a las audiencias.
— Sorprende saber que en Chile no haya una respuesta masiva a las producciones nacionales.
— Por ejemplo, hay una película de un director, Fernando Guzzoni, llamada "Blanquita" (2022). Se trata de una chica que la obligaban a prostituirse unos millonarios, en fin, gente como de un círculo social, político y empresarial; parece que fue un caso verdadero. La película en este momento está en cine. Estoy seguro de que no ha sido ningún éxito, pero es una película que ha tenido grandes éxitos fuera, (mejor guion en el Festival de Venecia). Tengo muchas ganas de verla porque Fernando ha hecho hincapié en algo: él ha dicho que es una película que tiene “vocación de público”, por tanto, ya ahí hay como un germen de decir algo con lo que estoy de acuerdo, en que las películas están disociadas del público. Ahora, la pregunta es, cómo se busca al público.