Cuando miramos a un mamífero, un pez o un insecto, podemos identificar fácilmente cuál es su cabeza y su cola. Sin embargo, esta tarea aparentemente sencilla se complica en equinodermos como las estrellas de mar, un animal de cinco brazos iguales que se arrastra en el fondo de los océanos.
La inusual anatomía de este animal ha llevado a los científicos a concluir, durante mucho tiempo, que esta criatura no tiene cabeza y que aquello que apreciamos es únicamente su cuerpo.
Sin embargo, un estudio publicado este 1 de noviembre en la revista Nature, revela que la realidad es todo lo contrario: las estrellas de mar han evolucionado para ser solo cabezas andantes.
"Es como si a la estrella de mar le faltara por completo un tronco, y se describe mejor como simplemente una cabeza arrastrándose por el fondo marino", dijo Laurent Formery, autor principal de la investigación. "No es en absoluto lo que los científicos han supuesto sobre estos animales", añadió.
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La mayoría de especies de animales, entre ellos los humanos, son bilateralmente simétricos, es decir, que sus cuerpos pueden dividirse en dos mitades casi por completo idénticas, como si fuese un espejo que va desde la cabeza hasta la cola.
Esta simetría corporal, que se puede observar en vertebrados e invertebrados, se origina por mecanismos genéticos que se manifiestan en regiones definidas de la cabeza y el tronco, las cuales, con la tecnología actual de expresión genética, pueden ser identificadas con facilidad.
No obstante, los investigadores habían tenido dificultad en encontrar cómo se cumple esta simetría bilateral en las estrellas de mar, compuesto por un disco central y cinco brazos idénticos, pese a las diversas hipótesis.
Las estrellas de mar pertenecen al filo de invertebrados de los equinodermos. Foto: Pixabay
Tras descubrir que estos animales son cabezas andantes, ahora se ha identificado que las señales moleculares frecuentemente asociadas con la porción más frontal de la cabeza se hallan en el centro de cada brazo y que las asociadas a las más posteriores se encuentran en sus bordes.
"Estos resultados sugieren que los equinodermos, y las estrellas de mar en particular, tienen el ejemplo más dramático de desacoplamiento de las regiones de la cabeza y el tronco que conocemos hoy", sostuvo Formery, quien agregó que algunos ancestros de estrellas de mar conservados en el registro fósil sí parecen haber tenido un cuerpo.
"Simplemente, abre un montón de nuevas preguntas que ahora podemos comenzar a explorar", expresó.