La revista Nature publicó este miércoles dos estudios que sugieren que los primeros humanos modernos se mezclaron con los neandertales en Europa con más frecuencia de lo que se creía hasta ahora, al tiempo que refuerzan las teorías sobre la evolución de sucesivas poblaciones en el continente.
El primer trabajo, desarrollado por expertos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania), parte del análisis del genoma de los restos de humanos modernos más antiguos que se conocen, lo que ofrece pistas sobre sus primeras migraciones en Europa y describe grupos de poblaciones complejos y variados.
Los investigadores recuerdan que los restos más antiguos de humanos modernos, los Homo sapiens emigrados de África, se hallaron en la cueva de Bacho Kiro, en la actual Bulgaria, y tienen, según la datación de radiocarbono, entre 45.930 y 42.580 años.
Hasta ahora, precisan, no ha estado claro cual fue el alcance de las interacciones que se dieron entre esos sapiens y los neandertales, presentes hasta hace unos 40.000 años.
Además, advierten, existen pocos estudios sobre el papel que desempeñaron los primeros humanos modernos en la evolución de poblaciones posteriores.
Por ello, el análisis de secuencias del genoma nuclear de especímenes de la cueva de Bacho Kiro arroja luz sobre la identidad de sus antepasados, así como sus conexiones con los humanos de hoy en día, destaca la principal autora de este estudio, Mateja Hajdinjak.
Su equipo constató que, de esos restos, los tres individuos más antiguos comparten más variantes genéticas con poblaciones actuales de Asia oriental y central y de América que con poblaciones de Eurasia occidental.
Estos individuos tienen entre el 3% y el 3,8% de ADN neandertal, mientras que la distribución de este material genético en esos genomas sugiere que aquellos primeros humanos modernos tuvieron antepasados neandertales “seis o menos generaciones atrás”.
En consecuencia, destacan los autores, estos datos apuntan a que los humanos modernos se mezclaron con los neandertales en Europa con más frecuencia de lo que se creía.
El segundo estudio publicado por Nature, desarrollado por otro grupo de expertos del Instituto Max Planck, presenta la reconstrucción del genoma de un cráneo encontrado en la actual Chequia a partir de la presencia de ADN neandertal, el cual podría tener más de 45.000 años.
El cráneo de una mujer que vivió hace unos 45.000 años en República Checa. Foto: Nature
La secuencia genómica de este cráneo, que perteneció a una mujer y fue encontrado en el yacimiento de Zlatý kůň, indica que tiene un 3% de ascendencia neandertal.
Asimismo, Kay Prüfer, el principal autor del estudio, observa que pudo pertenecer a un grupo de población que parece que no ha contribuido genéticamente a las poblaciones posteriores en Europa o Asia, es decir, que se formó antes de que los antepasados de los europeos y asiáticos modernos se separaran.
Los expertos explican que no ha sido posible efectuar una datación del cráneo de Zlatý kůň con la técnica del radiocarbono debido a que el fósil estaba “contaminado con ADN bovino”.
No obstante, la longitud de segmentos de neandertal presentes en el genoma es mayor que la detectada, por ejemplo, en el genoma del humano moderno más antiguo conocido hasta ahora, hallado en el yacimiento de Ust Ishim (Siberia) y que se estima tiene unos 45.000 años.
Esto sugiere que el individuo de Chequia podría pertenecer a unos de los primeros grupos de humanos que poblaron Eurasia tras abandonar el continente africano.