Los análisis integrales de la cavidad oral relacionados a la infección por SARS-CoV-2 no han sido suficientes, incluso si se toma en cuenta signos de contagio, como úlceras, sequedad de boca, pérdida de gusto o máculas (cambio en el patrón de colores). Por ello, poco a poco, el foco de atención ante esta circunstancia cobra otro protagonismo.
En un reciente estudio preliminar liderado por Blake M. Warner, investigador clínico asistente y jefe de la Unidad de Trastornos Salivales del Instituto Nacional de Investigación Dental y Craneofacial (NIDCR), y Kevin M. Byrd, de la Universidad de Carolina del Norte, se hallan indicios de que la boca desempeña un papel en la transmisión del coronavirus hacia los pulmones o al sistema digestivo a partir de la saliva infectada de las células orales.
Todos los detalles del descubrimiento se pueden leer en la revista Nature Medicine.
Los investigadores sugieren darle énfasis a la observación activa de tres potenciales características en la patogénesis (origen y evolución de una enfermedad) de la COVID-19: “(1) si se trata principalmente de una infección ‘nasal primero’ que se propaga a la cavidad oral; (2) la posibilidad de una infección ‘primero oral’ a través de gotitas o aerosol por inoculación o ingestión de fómites; o (3) si el patrón de infección afecta la gravedad de la enfermedad y las respuestas inmunológicas del huésped”.
Para la directora del NIDCR, Rena D’Souza, esta información preliminar ayudará a obtener el conocimiento fundamental para combatir la enfermedad.
Luego de tener en cuenta la facilidad de transmisión de la saliva, ahora falta evaluar los niveles de propagación viral de los asintomáticos —los firmantes lo califican como “el talón de Aquiles”—, presintomáticos y sintomáticos.
“Debido a la ubicación anatómica periférica y la exposición frecuente de los tejidos bucales al entorno externo, sigue siendo posible que estos tejidos desempeñen un papel importante en la propagación asintomática del SARS-CoV-2″, resume el texto. Inmediatamente, propone que la cavidad bucal participa “activamente” en los contagios.
Tras confirmar qué partes específicas de la boca son susceptibles al SARS-CoV-2, vieron en los Institutos Nacionales de Salud (NIH) que en pacientes COVID-19 fallecidos había ARN del virus en más de la mitad de glándulas salivales.
“Cuando se ingiere saliva infectada o se inhalan pequeñas partículas de ella, creemos que potencialmente puede transmitir el SARS-CoV-2 a nuestra garganta, nuestros pulmones o, incluso, nuestras entrañas”, advirtió Byrd.
Mediante un experimento de laboratorio, la saliva de ocho personas enfermas, sin síntomas de ser portadoras del coronavirus, se mezcló con células sanas: los fluidos de dos de los participantes provocaron una infección.
Sumado a ello, se examinó la cinética (movimiento) del SARS-CoV-2 en 39 individuos ambulatorios con COVID-19 (asintomáticos y sintomáticos) mediante un intervalo de 5 semanas.
“En los individuos sintomáticos, la presencia de ARN del SARS-CoV-2 en la saliva se asoció positivamente con la ‘pérdida del gusto y el olfato’ autoinformada por el paciente”, aclaran.
Blake M. Warner espera darle un respiro a las personas con síntomas orales y enriquecer los datos epidemiológicos mediante este y estudios posteriores contra la enfermedad.