Un equipo de astrónomos del Observatorio Europeo Austral (ESO) detectó un conjunto de galaxias que alimentan a un agujero negro supermasivo en el centro. El hallazgo podría revelar un enigma sobre la formación de estos gigantescos monstruos cósmicos, indica el estudio publicado este jueves 1 de octubre en la revista Astronomy & Astrophysics.
El poderoso telescopio VLT, ubicado en el desierto de Atacama (Chile), captó esta escena cuya luz llega desde una época en que el universo apenas tenía 900 millones de años, es decir, menos del 7% de su edad actual (13.800 millones de años).
Por eso, los investigadores se sorprendieron de que el agujero negro central ya tenga 1.000 millones de veces la masa del Sol en un momento tan temprano. El colosal objeto genera un brillo intenso a medida que devora la materia a su alrededor.
Las observaciones muestran que las galaxias están en medio de filamentos de gas que forman una “telaraña” cósmica, la cual se extiende a más de 300 veces el tamaño de la Vía Láctea. “Los filamentos son como hilos de telaraña”, explica Marco Mignoli, autor principal del estudio. “Las galaxias permanecen y crecen donde se cruzan los filamentos. Las corrientes de gas, disponibles para alimentar tanto a las galaxias como al agujero negro supermasivo central, pueden fluir a lo largo (de estos hilos)".
Agujeros negros como este, que habrían nacido con el colapso de las primeras estrellas, son “uno de los objetos astronómicos más difíciles de entender”, comentó el científico del Instituto de Astrofísica de Bolonia (Italia). “Antes, creíamos que eran pequeños y que crecían con el tiempo, a lo largo de 13.000 millones de años. Pero el hecho de haber hallado (de este gran tamaño) tan temprano en la historia del universo muestra que evolucionaron mucho más rápidamente”, explica a la AFP la astrofísica Françoise Combes, del Observatorio de París-PSL.
¿Cómo es posible un crecimiento tan rápido? El estudio sugiere que la inmensa telaraña de gas y las galaxias que se agrupan en ella proveen el alimento suficiente para que el agujero negro se transforme en un gigante cósmico de forma acelerada. “En los orígenes del universo, había mucho más gas y una mayor densidad que ahora”, explica Combes. Con su expansión, el gas se separó y los filamentos se diluyeron.
La cuestión es conocer cómo se formaron en primer lugar estructuras semejantes a una red tan grandes. Los astrónomos estiman que los halos gigantes de misteriosa materia oscura son la clave. Se cree que estas grandes regiones de materia invisible atraen enormes cantidades de gas en el universo temprano; juntos, el gas y la materia oscura forman las estructuras en forma de red donde las galaxias y los agujeros negros pueden evolucionar.
“Creemos haber visto solo la punta del iceberg y que estas galaxias halladas alrededor del agujero negro son solo las más brillantes”, señaló Barbara Balmaverde, coautora del estudio.
La República/ AFP/ EFE