En 2009, la NASA envió a la Luna el Orbitador de Reconocimiento Lunar (LRO, por sus siglas en inglés) para que sobrevuele alrededor del satélite natural. Desde entonces, los científicos de la agencia espacial lanzaron rayos láser a un reflector del tamaño de un libro de bolsillo a bordo de la nave espacial. Tras 10 años sin tener éxito, se ha reportado la primera señal devuelta a nuestro planeta.
Desde la llegada del hombre a la Luna durante las misiones Apolo (1969-1972), se instalaron reflectores mucho más grandes para que devuelvan los rayos láser lanzados desde la Tierra. Dependiendo del tiempo en que la luz demoraba en regresar, los científicos pudieron conocer a qué distancia se encuentra la Luna y cómo son sus movimientos.
Reflector dejado por los astronautas del programa Apolo. Fuente: NASA.
Tras 50 años de estudios, ahora sabemos que la Luna se está alejando de la Tierra 3,8 centímetros por año y que nuestro satélite natural posee un núcleo fluido debido a su giro. Sin embargo, con el paso del tiempo, la luz devuelta por estos reflectores se ha debilitado hasta ser un 10 % de lo que era antes. La causa exacta se desconoce, aunque se ha sospechado que puede deberse al polvo levantado por el impacto de meteoritos en la superficie lunar.
Por esa razón, la NASA intentó dirigir la luz láser al reflector libre de contaminación que se encuentra en la nave LRO. Si esta luz es devuelta, los científicos pueden compararla con la que proviene de los reflectores en la superficie y así determinar qué los está perturbando.
Ilustración de la nave LRO. Fuente: NASA.
Pero la tarea era titánica. Tenían que ubicar el diminuto conjunto de espejos en una nave que se mueve rápidamente. Por si eso fuera poco, el láser tenía que salir y regresar a través de los gases y las nubes de la atmósfera terrestre.
Por diez años, la NASA usó luz verde visible y no logró obtener señales de regreso. En tanto, un equipo de científicos de la Universidad Côte d’Azur (Francia) desarrolló un láser infrarrojo, un tipo de luz imposible de ver para el ojo humano pero que penetra sin problemas la atmósfera terrestre. La colaboración entre ambos equipos logró que el orbitador lunar devuelva la señal a la Tierra.
De acuerdo con el estudio, publicado en la revista científica Earth, Planets and Space, la estación francesa que usaron (Lunar Laser Ranging) ha recibido de la Luna unos 200 fotones de la luz emitida en sesiones de 2018 y 2019. Si bien esto aún es poco, con el tiempo podrían brindar detalles clave sobre lo que está sucediendo en nuestro satélite natural.
“Este experimento proporciona un nuevo método para verificar las teorías de la acumulación de polvo durante décadas en la superficie lunar”, escribieron los investigadores.