Uno de los impulsores del Global Big Day en Perú, evento mundial que promueve el avistamiento de aves, conversó con Rumbos. Esta es su historia de alas rojas y pecho blanco. , Luis Pérez / Revista Rumbos Caminó por la Quebrada San Isidro (Olmos, Lambayeque). Sí, por la misma ruta donde anduvieron el ornitólogo John O’Neill y el agricultor Gustavo del Solar, quienes en 1977 redescubrieron una especie dada por extinta. Su nombre: pava aliblanca (Penelope albipennis). Una ave de color negro, pico gris azulado de punta negra, patas rosadas, cara desnuda y una gran cola. PUEDES VER: Te veo bien Perú, ornitólogos y observadores de aves se impusieron en el Global Big Day Con ese recuerdo, Fernando Angulo, un fogueado ‘pajarero’, empieza a narrarme sus entrañables aventuras y su largo trajinar en busca de aves por el norte y sur, este y oeste del país. Fernando y su acercamiento con la pava aliblanca. Foto: Archivo Rumbos “Caminar por el Perú significa aprendizaje. Eso es fantástico y lo he descubierto a lo largo de tantos años de observar aves”. Ese es el principal objetivo del incansable andariego. "Cuando era pequeño esta pasión no estaba entre mis planes", agrega. El origen de todo A los once años nació su interés por tener un ave rapaz. Su padre tenía un amigo que entrenaba ese tipo de animales. A través de él, a Fernando le regalaron un cernícalo vulgar (Falco sparverius). Con ese halconcito salía a las calles a cazar palomas, cuculíes y tortolitas. Entre travesuras tomó interés por saber el nombre de las aves. Cómo se llamará aquella ave de alas grandes, pero de plumaje negro que era similar a otra de plumas blancas. ‘¿Esa no sé si se dejará atrapar?, ¿la otra creo que vuelva muy rápido?’, se cuestionaba. Concentración al máximo. Foto: Jorge Novoa Fue así que Fernando, sin querer queriendo y poco a poco, fue dejando la cetrería y le dio mayor importancia a lo que hoy en día es más que un trabajo: reconocer y descubrir el atractivo estético de las aves. “Así se me hizo fácil reconocer que esa ave se llamaba tal o que está si era o no su habitat. Así me anclé por siempre en este mundo del 'pajareo'”. Luego de trabajar de sensor de aves en varios humedales costeros y en El Huayco, el zoocriadero de aves rapaces más grande del mundo, sus horizontes se ampliaron. Más adelante, llegó a laborar al centro de reproducción Bárbara D'Achille, donde la pava aliblanca es criada para incrementar su presencia en el norte del país. “Durante ese tiempo también aproveché para salir al campo y conocer más aves. Hoy, para mí es más fácil decir el nombre común y científico de un ave, que identificar la marca y modelo de un automóvil", cuenta entre carcajadas. Fernando en diálogo con Thomas Schulenberg, coautor del libro Aves del Perú. Foto: Rolly Valdivia Viajar es aprender Para Fernando involucrarse y conocer la cosmovisión del hombre y la mujer del Perú es, también, su pan de cada día. “Hacer avistamiento ha roto mi burbuja. Estoy libre de prejuicios. Prefiero estar en el campo que aquí, en una ciudad caótica”, esa su percepción. Así, Fernando se liberó de una jaula en la que muchos peruanos siguen atrapados. Su espíritu es libre. Abre sus alas, toma impulso y vuela, dejándonos un mensaje: utilizar la observación de aves para viajar y admirar la realidad del Perú. “Así le diremos adiós al racismo y la incomprensión social”, sentencia. Los datos Fernando es uno de los principales investigadores de Corbidi, la institución científica nacional que desde 2006 promueve las ciencias naturales en el Perú. El experimentado ornitólogo publicará un especial de aves en la edición impresa por el 20 Aniversario de la revista Rumbos.