Eliza Milaní y Lorenzo Coronado son los promotores de la continuidad de las danzas del hatajo de pallitas en el distrito de El Carmen (Chincha, Ica).,Luis Pérez / Revista Rumbos Zapateo, fe y tradición en el interior de la iglesia y los hogares, en la Plaza de Armas, en las viejas calles. Almuerzos y brindis. Sopa seca con carapulcra y chicha morada. Más de 13 días de rezos y adoración frente a la Virgen del Carmen y el Niñito Jesús en el populoso distrito de El Carmen (Chincha, Ica), la tierra de la alegría, como presagia un mural de bienvenida. PUEDES VER: Huánuco: Negritos, el color de la fe | FOTOS “Las pallas de El Carmen adoran a la patrona del pueblo y a sus hijos desde hace siglos, lo hacían después de las faenas agrícolas”, viaja en el tiempo Martha Palma, la caporal mayor, mientras toma un ligero respiro después de dirigir al hatajo de pallitas que su madre, doña Eliza Milaní y Lorenzo Coronado, rescató del olvido. “Yo bailaba como palla en el hatajo promovido por Digna Villalobos y Nicolasa Guadalupe. Lo hice desde los diez años hasta después de casarme”, se honra doña Eliza. Ahora ella está postrada en una silla, pero tiene ganas de volver al ruedo y zapatear. “Mucho me gustaba bailar. Por eso decidí recuperar la danza que se dejó de practicar”. Hasta pronto las palabras. La conversación se suspende. Hay movimiento fuera del hogar de doña Eliza. ‘Cochecho’ Ballumbrosio hace sonar su guitarra para pasar la voz. Es momento de marcar los pasos, cambia pie, redoblante, pasada o redondo, de zapatear, lento o rápido. “El sonido de la guitarra dice que zapateo es”, revela Martha, quien luego de ese no tan ligero respiro, retorna animosa. Filas rosadas Martha las ordena por talla. Mujeres y niñas. Hay dos filas. Las mayores van por delante. Todas visten de rosado –también puede ser blanco, pero depende de la ocasión–. Usan un velo de tul, tacos bajos, pañuelos y sujetan las azucenas, brillosas y pomposas. Estas son quemadas el seis de enero, durante la Bajada de Reyes. La conversación se vuelve a suspender. Pero no fue por ‘Cochecho’ sino por Juan Guillén, el alcalde del distrito. Él, guitarra en mano, ha dejado las ordenanzas y decretos municipales en espera. “Desde hace 14 años apoyo con mi música este hatajo”, dice. Doña Eliza y Martha le agradecen el apoyo. Suena la música. Zapateos vienen y van, van y vienen. “Giro”, ordena Martha. Las primeras mujeres de cada fila dan vuelta en ‘u’, por la izquierda y avanzan. El resto las imita sin perder el ritmo. Elevan los pañuelos. “Una serrana vieja mamita, me quiso pegar. Con un chicote viejo mamita, dentro de su corral…”, cantan. “Es una de las canciones que, por tradición oral, expresan la protesta de la mujer afroperuana y andina frente al trabajo forzado y la esclavización de nuestros ancestros”, continua son sus enseñanzas doña Eliza. Martha aprende de su madre. Las pallitas, ‘Cochecho’ y Juan se fueron por un buen manchapecho. Así se cumplió un año más de tradición en El Carmen y ya son 40 años de zapateo y fe en el interior de la iglesia y los hogares, en la Plaza de Armas, en las viejas calles… Los datos En 2013 el Ministerio de Cultura reconoció a doña Eliza Milaní como Personalidad Meritoria de la Cultura, por su destacada labor como promotora de las danzas del hatajo de pallitas de El Carmen. El hatajo de pallitas –al igual que el de negritos– podría ser declarado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.