La guinda, la bebida de bandera de Huaura (Lima) une al pisco peruano con la pasa chilena, una afortunada y azarosa fusión que es revelada en esta crónica de brindis, proclamas y gritos de libertad. , Luis Pérez / Revista Rumbos Un bramido nace desde el balcón de Huaura (Lima), el lugar donde el general don José de San Martín proclamara por primera vez la independencia del Perú, un 27 de noviembre de 1820. El protagonista de esta nueva declaración es Donato Zambrano, quien no será un libertador, pero si un aguerrido y fogueado defensor de las bondades de su tierra. PUEDES VER: El cebiche de pato será degustado en la Casa Blanca Eso es lo que lo lleva a pronunciar su estentóreo grito de libertad a favor de una histórica bebida. Su nombre: el licor de guinda. “Luego de tener sus años mozos empezó a desaparecer y perder su incomparable calidad. Es por eso que el pueblo de Huaura quiere que su voz se escuche por todos los rincones y retome el sitial que le pertenece”, argumenta y explica por la justicia de su causa que Dios defiende que “el licor de guinda es parte de la identidad de la 'Cuna de la Independencia'”, agrega. Y es que aquí, durante la Guerra del Pacífico, las tropas chilenas suavizaban los rigores nocturnos con ese bendito trago con el que brindaban no solo para protegerse del frío desgarrador o darse valor en la campaña militar sino también para terminar más borrachos que una uva, perdón, una guinda. El licor de guinda de la familia Villanueva es el mejor de la provincia. Foto: Jorge Calderón “Ellos trajeron la famosa pasa chilena. Aquí teníamos muchos trapiches de cañas de azúcar donde se producían aguardientes. Ambos insumos se mezclaron y, luego de un proceso de maceración, se obtenía la bebida”, continúa la tertulia y brinda... más detalles (siempre aclarando): “Un soldado de apellido Quiroz decidió quedarse en esta villa. Él le entregó a la familia italiana Bisso, comerciantes de vinos, la receta del licor”. Los Bisso siembran las semillas de ese fruto oriundo de la sierra chilena. Los intentos fueron en vano. El suelo y el clima no se prestaban, por lo que decidieron traerlas del mismo país sureño. Pero se les presentó otro problema: los trapiches empezaron a desparecer. Es ahí donde ingresa nuestro licor bandera, el pisco, para unirse en matrimonio perfecto con la guinda. Más adelante, el producto de los Bisso se expandió tanto que hasta llegó a ser saboreado por el presidente Luis M. Sánchez Cerro (1889-1933), quien dejó de lado el vino y ordenó que se sirviera guinda en los eventos protocolares del Palacio de Gobierno. Pero ese boom casi termina con la bebida. Y es que por el crecimiento del consumo, muchas personas empezaron a adulterar el licor que, poco a poco, perdería su calidad y prestigio. El barman Carlos D'martini invita a celebrar con unas guinda sours. Foto: Jorge Calderón “Menos mal que los Bisso enseñaron sus saberes a algunos huaurinos, quienes al ver este declive, decidieron darle continuidad”, revela Donato. De pronto, un hombre se involucra en la conversación. “El producto se distorsionó, pero aquí estamos para sacar pecho por lo nuestro”, asegura Enrique Villanueva, nieto de una de las cuatro familias que asumieron la responsabilidad de seguir la tradición licorera. El licor de guinda que es ¿peruano?, ¿chileno?, ¿huaurino? "está vivo, porque nosotros los queremos así, porque es parte de la historia de la tierra que nos vio nacer", esos son los argumentos de Donato y Enrique, quienes, armados con sendos vasos de guinda sour, lanzan las marciales arengas: ¡Viva el licor de guinda!, ¡viva Huaura!, ¡viva el Perú y Chile!