Este es el primer paisaje declarado Patrimonio Cultural de la Nación,Marquiño Neyra / Revista Rumbos Un candelabro descomunal trazado hace siglos en la inmensidad de un desierto, sin que jamás se haya borrado. Muchas son las conjeturas sobre su origen y finalidad, pero lo único cierto es que esta obra misteriosa se encuentra en la costa norte de la península de Paracas, provincia de Pisco, en Ica. PUEDES VER: Paracas, un desierto de aventuras Este enigmático geoglifo de unos 2500 años de antiguedad y que atrae miles de turistas en su recorrido por las Islas Ballestas, fue recientemente declarado como patrimonio cultural por el Ministerio de Cultura, por ser una “expresión de obra de arte en un espacio específico natural con valores históricos”. El misterio de su origen lo pone en el saco de uno de los grandes misterios de la naturaleza, solo comparado en grandeza con las civilizaciones acuáticas en la Atlántida o el palacio de Cleopatra bajo el mar de Egipto. Estas líneas cristalizadas al paso de los siglos tienen un sinfín de connotaciones. Algunos dicen que era un sistema de regadío y otros lo comparan con algún tipo de puerto sideral o cosmódromo, las mismas teorías que existen sobre las Líneas de Nazca. Pero, ¿por qué un candelabro? Este es en realidad un candelero con varias ramas destinadas a cargar velas para iluminarnos. Si retrocedemos en la historia, este aparece en pasajes de la Biblia descrito como un utensilio hecho del oro más puro. Homero, en la Odisea, escribe sobre candelabros de oro en forma de joven sobre un altar y en sus manos antorchas encendidas. Tal vez por esa fama, los más codiciosos comentan que el Candelabro de Paracas era en realidad algún tipo de señal para que los piratas se dirigiesen a un exorbitante tesoro inca, repleto de joyas, copas y amuletos de oro, pues recordemos que este es visible desde el mar y no desde tierra. Los más aventureros comentan que se trataría de algún tipo de cruz, una de las constelaciones más conocida como la Cruz del Sur, útil para la orientación ya que permite determinar el punto cardinal sur, por lo que era la favorita de los navegantes. Según la cosmovisión inca, esta misma constelación era considerada la versión tangible de Wiracocha, el dios de los báculos. Otros, y esta es la hipótesis más creíble, consideran que sea una especie de faro, porque si se escarba unos 10 o 15 centímetros aparecerá una costra blanquecina muy típica en la zona, que se supone que era el suelo original. Esta, al ser impactado por el sol, resplandecería y podría ser apreciado a larga distancia por los marinospara guiarlos por sus periplos, así como una estrella polar, la antigua centinela y guía de los hombres de mar. Sin embargo, lo único seguro es que se desconoce sus funciones, orígenes y su creador. La única certeza es que la naturaleza se presenta ante nosotros con diferentes misterios que mantienen su magnificencia bajo la tutela de nuestra ignorancia.