El complejo arqueológico de Narihualá (Catacaos, Piura) no solo es la histórica capital de la cultura tallán sino el hogar ancestral de los viringos, los perros peruanos sin pelo. , Luis Pérez / Revista Rumbos Estimado, ¿ve esos vigilantes? Son los mejores del mundo; entonces, le pregunto: ¿por qué cree que sea?"... ¿tienen una postura tan elegante como aparecen en las iconografías de murales y cerámicas?, ¿sus miradas causan respeto?... Pues ninguna de las anteriores. Imagínese que eso le venga en su examen de selección. Se lamentará de no saber la respuesta correcta. PUEDES VER: Catacaos: María Mendoza, una vida tejida con paja toquilla El viringo o perro peruano es Patrimonio Cultural de la Nación. Foto: Ángel Chávez Es el mejor guardián nativo por ser un heredero y vestigio ancestral de una importante cultura indígena que se desarrolló entre los ríos Piura y Chira. Esa es la respuesta adecuada mi estimado. Pero para dar más profundización, le sugiero agregar lo siguiente: el perro viringo -o sin pelo como todos los conocen- sigue aquí, cuidando lo suyo: Narihualá, la capital de la nación Tallán. Y es que como están en su casa, ellos mismos son los encargados de dar la bienvenida a turistas o aventureros como usted. Es así que sentaditos están en la puerta. A veces dos o tres. Pero siempre los encontrará ahí. Esperando que pasen los turistas para -también- acompañarlos en las andanzas que harán por la huaca principal de Narihualá. Un templo deteriorado en la cúspide del sector I de Narihualá. Foto: Ángel Chávez Es así que mientras usted hace el recorrido con sus amigos, los viringos estarán cerca suyo o merodeando por cualquiera de los espacios del centro arqueológico de Ñari Walac (ojo grande que avizora en la lejanía). Pero no se desconcentre. Si lo hace no va a escuchar que el espacio tiene una estructura monumental de adobes con argamasa de barro. Y tampoco se enterará que posee tres sectores. El primero es el de mayor volumen, pero es la que ha sufrido a las consecuencias climatológicas, el tiempo y los huaqueos. En su cima aún quedan los restos de una capilla construida en 1913. Años más tarde, 1925, el fenómeno El Niño azotó Narihualá. Es así que a lado del templo se acondicionó un cementerio. Y esas cruces que ve en el suelo hablan por si solas. Vista panorámica de la capital de la nación Tallán. Foto: Ángel Chávez Bueno, le sigo contando. El segundo sector es la parte intermedia y de menor altura que une a través de muros anchos a las áreas I y III. Y es la tercera y última la más definida por su construcción piramidal truncal. Allí se encontró gran cantidad de vestigios arqueológicos. Uno de los más representativos son los restos animales y humanos ofrecidos a las deidades de los tallanes. Y es que ellos no tuvieron una sola divinidad suprema. Tuvieron al sol, a la luna, y a Guatan Piuhrac, entre otros. Pero el dios principal fue Walac. Los tallanes le ofrendaban a sus hijos. Dicen que los crucificaban para contentarlo. Si ellos no tenían algún descendiente, el perro viringo ocupaba ese lugar. Una de las salas del museo de sitio de Narihualá. Foto: Ángel Chávez Solo así ese hombre hecho deidad, cuyo único ojo resplandecía en la oscuridad, podía alejar malos tiempos y proveer a su población de alimentos. Solo así Walac quedaba más que satisfecho para dar más progreso económico y político a su nación. Esa que de acuerdo a su cosmovisión religiosa consideraba que el viringo debía acompañar a su amo hasta la última morada. Mucho de ello cuentan los niños guías en las instalaciones del Museo de Sitio Narihualá. Inaugurado en 1977, este espacio resume la existencia de los tallanes, además de exhibir un rosario de artefactos prehispánicos y el cadáver de un perro calato hallado en una de las excavaciones. Y es que, mi estimado, los viringos son historia viva, la historia viva de nuestra nación Tallán. Con esas y otras palabras y vestido como sus antecesores, el guía Juan Carlos Rivas relata la historia de su antigua cultura, antes de ofrecer a Walac y a la Pachamama un poco de chicha de jora. Y, claro, después de que esos viringos -como si estuvieran adiestrados- se colocarán en la puerta de ingreso para recibir a los visitantes. Y es que este lugar fue, es y será siempre su hogar. Un cementerio a lado del templo. Foto: Ángel Chávez En Rumbo Dónde: Caserío de Narihualá (Catacaos - Piura). Atención: Martes a domingo (08:00 a.m. - 5:00 p.m.). Tarifas: Adultos (S/. 2.00) / Universitarios, docentes y jubilados (S/ 1.00) / Escolares y niños (S/ 0.50). Tours: Canechi, avenida Luis Montero N° 490, Miraflores (Piura). Planifique: Organice su viaje en www.ytuqueplanes.com. Ruta: Viaje a Piura en Cruz del Sur (www.cruzdelsur.com.pe). Fauna silvestre del centro arqueológico de Catacaos. Foto: Ángel Chávez