Desde la cima de un cerro coronado por una cruz, se observa el espectacular panorama del valle ancashino de Cachipampa (Yaután, Casma) y el indignante deterioro de un complejo arqueológico prehispánico. , Luis Pérez / Revista Rumbos Visiones bucólicas: un manto verde que cubre los campos, un rosario de vigilantes montañas abrazadas entre sí y una urbe que crece al ritmo de su gente. Panorama espléndido desde la cima del cerro de la Cruz de San Cristóbal. PUEDES VER: Vinincunca está corriendo grave peligro Un lugar perfecto para respirar aire puro y disfrutar de la naturaleza al ciento por ciento. Eso es lo que vive una jovencita, que no termina de maravillarse con los paisajes de Cachipampa (Yaután, Casma), el valle ancashino donde la producción agrícola es abundante. Esas visiones son la recompensa a sus persistencia, esa que le permitió seguir avanzando por ese caminito ascendente y zigzagueante que empezaba a cobrar sus primeras víctimas. Quizá por eso se persigna y conversa con la cruz. Tal vez le esté agradeciendo o pidiendo algún milagrito, aunque lo último parece ser lo más certero. Segundos después, ella pone fin a las especulaciones. "Quiero que este sitio sea conservado por su valor patrimonial", revela entre el entusiamos y la congoja. Y es que este lugar no solo es un mirador natural hecho paraíso, también es una huaca prehispánica que, poco a poco, se está deteriorando por el tiempo, las excavaciones de los huaqueros y la expansión de los terrenos agrícolas. La falta de mecanismos legales que protejan el recinto y la ausencia de un proyecto de recuperación arqueológico, preocupan e indigna a los cachipenses. "Queremos que nuestras autoridades se pongan las pilas y escuchen nuestra voz en defensa del patrimonio histórico de Cachipampa", protesta el poblador Dario Morales. Según los pobladores el espacio fue un centro astronómico ceremonial. Los antiguos habitantes consideraban a la punta de la montaña como una chakana, el medio de transición entre el aka pacha (mundo real) y hanan pacha (mundo de arriba). "Cuando los españoles se percataron de eso, colocaron una cruz e impusieron su religión", comentan. Esa misma cruz es testigo de la importancia y el olvido de esa huaca donde hay restos óseos, piezas textiles y cerámicas desperdigadas en todo el camino y en la misma cima. Un lamentable escenario que constrasta con las bucólicas visiones del valle ancashino. Y es que aquí, en la cima, se escucha un grito que exige la conservación y estudio del pasado histórico. Ojalá que la cruz de San Cristóbal se haga un milagrito. En Rumbo Dónde: Cachipampa (Yaután, Casma), kilómetro 61 de la carretera Casma-Huaraz.