La muerte de Eliza Milaní, reconocida en el 2013 como Personalidad Meritoria de la Cultura, generó profunda tristeza en El Carmen (Chincha, Ica), pero más allá del pesar y las lágrimas, sus paisanos están comprometidos a mantener viva su memoria y su legado., Luis Pérez / Revista Rumbos Tristeza y desconsuelo. A los 80 años, una grande del folclore afroperuano dejó de existir, aunque su legado perdurará por siempre. Y es que Dominga Eliza Milaní Daza fue una de las principales promotoras y difusoras del hatajo de pallitas, danza tradicional que se ejecuta desde el 24 de diciembre hasta el 6 de enero, en El Carmen (Chincha, Ica). PUEDES VER: Las pallitas de El Carmen: cuarenta años de zapateo, fe y tradición Durante las últimas fiestas navideñas, doña Eliza -postrada en una silla de ruedas- conversó con Rumbos. En ese diálogo reveló que a los diez años empezó a bailar en el hatajo promovido por Digna Villalobos y Nicolasa Guadalupe. “Mucho me gustaba. Por eso decidí recuperar la danza que se dejó de practicar”. Es así que en 1976, con el apoyo de Lorenzo Coronado, rescató una estampa cultural casi extinta en la que las mujeres -niñas y adultas- se convierten en instrumento de alabanza y adoración al niño Dios recién nacido y de la Virgen de Carmen, imagen a la que se le rinde culto el 27 de diciembre, recordando su aparición en el pueblo. Tras la partida de doña Eliza, su hija, Martha Palma será la responsable de dar continuidad al hatajo de pallitas que –al igual que el de negritos– podría ser declarado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). El dato Las pallitas forman dos filas usando un vestido rosado y un velo blanco. Con la mano derecha sujetan unas azucenas multicolores, adornadas con elementos navideños y espejos, y, con la izquierda, sostienen un pañuelo.