Conozcamos el sueño de Quilla Rosales, la mujer que lidera una organización que busca rescatar los valores andinos.,Luis Pérez / Revista Rumbos En los textos del libro bíblico del Génesis, se dice que Dios creó El Paraíso. No es nuestra intención entrar en disputas teológicas, pero en esta ocasión nos atrevemos a afirmar que los dioses andinos también quisieron crear su propio jardín del Edén entre nosotros… y ellos lo hicieron aquicito nomás. PUEDES LEER: Kamasicoj: la fiesta costumbrista de Pachangara Entonces, la oscuridad se separó de las tinieblas. También el firmamento y las aguas. La hierba verde, las plantas y los árboles, con sus frutos y semillas, empezaron a crecer, bajo la mirada del sol, la luna y las estrellas. Las aves bailaban al ritmo del viento. Los peces gozaron en su reino marítimo. Foto: Luis Pérez De pronto, unos extraños llegaron al lugar bajo una condición: vivir en paz. Así, los primeros limeños se asentaron en este espacio de más 52 hectáreas. Han pasado 4.000 años y los indicios de lo que fue este sitio, no están escritos en un libro sagrado, sino en su trascendencia histórica que, poco a poco, va revelándose a los ojos del mundo. La sacerdotisa Ese es uno de los anhelos de Quilla Rosales. “Por mis abuelos conocí la historia de este lugar. Desde ahí siempre he pedido a los apus que El paraíso florezca por su riqueza milenaria. Que el mundo la conozca así como a Machu Picchu, la Fortaleza de Kuelap y las Líneas de Nasca”. Y es por eso que coge buenas cantidades de hojas de coca, granos de arroz, menestras, caramelos, fideos, frutas, grajeas de colores y otros productos que, pacientemente ordena sobre una manta andina. También coloca conchas de mar, flores, ruda, agua florida y más perfumes. “Vengan. Vamos a ofrendar a la madre tierra por las buenas nuevas que nos trae esta mañana tan especial”, invita a participar del ritual de agradecimiento por el trueque que existe entre la pachamama y sus hijos, mientras el sonido de los pututo se escucha por todos los rincones de la exhacienda Chuquitanta de San Martín de Porres (Lima). Eso es lo que hacen sus hermanos para abrir las puertas del cielo. Llamar a los apus y, con su permiso, conectar al hombre con la naturaleza. Así lo aprendieron. Así, como cada mes, lo vuelven a repetir para convocar “a la reunión de reciprocidad con la madre tierra que, desde sus entrañas, nos brinda lo mejor de ella”, cuenta. Los visitantes se acercan. “Cojan una concha de mar y coloquen sobre ella algunas menestras o granos de arroz. Lo que ustedes deseen”, ordena la sacerdotisa de Kapaq Sumaq Ayllu (bonita y poderosa familia), una organización creada en El paraíso en 1990, para promover y difundir los valores ancestrales de esta tierra. El ritual Foto: Luis Pérez Quilla cierra los ojos y levanta una vasija cargada de chicha de jora. Conversa con los apus. El sonido de los pututos se vuelve a oír. Echa al suelo un poco del líquido. Brinda con la Pachamama. Es su manera de pedirle permiso para proceder con el ritual. Las hermanas de Quilla le entregan las hojas de coca que ella soplará tres veces, para comunicarse con los apus. “Pidan por ustedes, pero, a la vez, para que El Paraíso esté en boca de todos por su valor histórico”, no pierde el sueño la sacerdotisa. “Arrojen la ofrenda al fogón. Que el viento se lleve el mensaje”. Los pututeros hacen vibrar sus caracolas, mientras que Quilla perfuma el ambiente con agua florida, perfumes y flores. “Kausachun El Paraíso”, dice. Se despide. El rito ha concluido. Los primeros misterios del sitio arqueológico se difunden por la televisión, la radio y los diarios. El pedido de Quilla se vuelve a cumplir. Los apus nos escucharon… El dato Kapaq Sumaq Ayllu, a través de un trabajo conjunto con el Ministerio de Cultura, tiene por objetivo contribuir al conocimiento y recuperar las lenguas originarias, mediante al uso, costumbres, filosofía que contienen cada lengua en sí. Es por ello que han creado un calendario con la escritura inkatokapu, basada en los símbolos de los tokapu inka. Contacto: Calle Santa María Reina Mz. "Z" Lote 16, Urb. Pro 7mo. - San Martín de Porres. T: (051) 552-68