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Peras al olmo, por Paula Távara

“Pedirles salidas a los actores y partidos políticos que han estado detrás del debilitamiento de nuestra democracia desde hace años era, claramente, pedirle peras al olmo”.

Pedirle al Congreso que por una vez asumiera responsablemente su tarea de representación y legislación era, claramente, pedirle peras al olmo. En medio de la movilización social y crisis política más álgida que hemos tenido desde el retorno a la democracia, el Parlamento se ha tomado 5 días de sesiones para discutir la posibilidad de un adelanto de elecciones que no espere al 2024.

¿El resultado? Ninguno. Tres propuestas rechazadas una tras otra y ningún aporte para la salida de la compleja situación que afrontamos. Irresponsablemente, los parlamentarios han gastado (según cifras del periodista Martín Hidalgo) 11 votaciones y 20 horas de debate para no alcanzar acuerdos, alargando la crisis y agravando las frustraciones que motivan la manifestación.

Porque es importante recordar que las manifestaciones que se vienen sucediendo no tienen su centro en reclamos específicos o sectoriales (obras, salarios, etc.) sino que atañen directamente a la legitimidad de los actores políticos del país. “Que se vayan todos” es la forma más clara de señalar que no existe para la ciudadanía una sensación de estar siendo representados en sus intereses y preocupaciones por ninguno de los poderes del Estado.

Por ello el adelanto de las elecciones generales –es decir de la presidencia y el Congreso, muy a pesar de quienes aún creen que es posible elegir solo a una nueva fórmula presidencial– es uno de los pedidos más importantes, y podría permitirnos salir del entrampamiento de un “no diálogo” con actores deslegitimados.

Para que ello se garantizara seguramente necesitaríamos reformas, nuevos actores y partidos centrados en una política programática y no de intereses. Pero con el tiempo corriendo, un conflicto instalado en todo el país y ante la certeza de que este Gobierno seguirá optando por la represión y costándonos vidas, hoy en día vale la pena asumir el costo de unas nuevas elecciones que permitan revolver entre “los mismos de siempre”, al menos para intentar empezar nuevamente el debate.

Quizás por ello el modelo de unas elecciones que solo fuesen complementarias, incluso si ello permitía la postulación a reelección de los actuales congresistas, podía verse como una alternativa viable como aglutinadora de votos. Sin embargo, tampoco esto fue aprobado por el Parlamento. Y es que es probable que muchos de quienes están sentados hoy en el hemiciclo tengan claridad de que, dados sus bajísimos índices de apoyo y el vergonzoso papel que han jugado en la crisis política durante este año y medio, es altamente improbable que sean reelectos.

Así mismo, no se ha querido ni tan siquiera ponerse sobre la mesa la posibilidad de una consulta respecto de una asamblea constituyente. Porque la propuesta estaba en torno a una consulta o referéndum, no la creación misma de una asamblea constituyente.

Parece que el dogma de algunos actores políticos les impide recordar que una votación permite también una campaña electoral y la posibilidad con ello de conseguir votos para aceptar o rechazar la propuesta. ¿No sería mejor pues, necesitados de consensos y alternativas, que las organizaciones que defienden la actual Constitución busquen convencer a los votantes de mantenerla? Más allá de nuestras opiniones sobre la actual carta magna, consultar a la ciudadanía nunca debería generar rechazo por parte de actores que se dicen democráticos.

Pero lo que vemos son, nuevamente, actuaciones particularistas, de intereses partidarios y segregadas antes que de interés general de la ciudadanía. Donde deberíamos hallar representación, nuevamente debates estériles que se alargan, mientras afuera la ciudadanía sigue esperando alguna salida.

Pero es que, pedirles salidas a los actores y partidos políticos que han estado detrás del debilitamiento de nuestra democracia desde hace años, era, claramente, pedirle peras al olmo.

Paula Távara

Politóloga, máster en políticas públicas y sociales y en liderazgo político. Servidora pública, profesora universitaria y analista política. Comprometida con la participación política de la mujer y la democracia por sobre todas las cosas. Nada nos prepara para entender al Perú, pero seguimos apostando a construirlo.