Los defensores de las esterilizaciones durante el gobierno de Alberto Fujimori afirman que las mujeres aceptaron voluntariamente las operaciones, algo que debería constar en las historias clínicas de las pacientes. Pero La República descubrió que en dichos documentos no se ha consignado el consentimiento para las operaciones de ligaduras de trompas. Fue contra la voluntad de las mujeres.,A ella no le dijeron nada. La nativa shipiba Lucía Zumaeta se presentó en el Hospital Amazónico, en Pucallpa, para someterse a una cesárea para traer al mundo a su undécimo hijo. Sin que le dijeran nada los médicos ni los enfermeros, la esterilizaron. La República consiguió copia de la historia clínica de Lucía Zumaeta. Efectivamente, aparece escrito que el 22 de septiembre de 1998 ella consintió una operación de cesárea. Pero no se registra que aceptó que le ligaran las trompas. PUEDES VER: Arana dice que prioridad para próximo Congreso es trabajar agenda anticorrupción Efectivamente, en el documento los médicos escribieron: “OP CSTP + LTB”. Lo que significa que a Lucía Zumaeta la sometieron a una operación cesárea y al mismo tiempo a un bloqueo tubárico bilateral, comúnmente conocido como ligadura de trompas. A ella no le dijeron nada. Ella lo relató así: Fui al Hospital Amazónico para que me hicieran una cesárea y se aprovecharon para hacerme una ligadura que yo no quería. Ahí mismo, después que nació por cesárea mi hija Ruth Sánchez Zumaeta, me ligaron, en el mismo cuarto. Nunca firmé nada para que me ligaran. Luego de la ligadura, cuatro días después, recién me avisaron que me habían hecho eso para que no tuviera más hijos. Las enfermeras me dijeron que me habían ligado y que era por mi bien, para que no sufra más. Se les veía contentas, alegres a las enfermeras cuando me decían eso. Yo estaba triste porque sabía que ya no iba a quedar normal, en mi comunidad ya se sabía que quedaban mal las que eran ligadas, Me quedé en el hospital como una semana porque me encontraba mal. Yo quisiera ver a todos los responsables de esto en la cárcel. Tres médicos consultados por La República revisaron la historia clínica de Lucía Zumaeta López y coincidieron en que, efectivamente, los galenos que le hicieron la cesárea también la esterilizaron, sin el consentimiento de la víctima. De haber aceptado Lucía Zumaeta la ligadura, constaría en la historia clínica. Pero a la nativa shipibo no le preguntaron nada. Simplemente la esterilizaron. Para los fujimoristas no existió un programa de esterilización forzada y compulsiva durante el segundo régimen de Alberto Fujimori. Alegan que las mujeres eran informadas antes de ser intervenidas quirúrgicamente y que en sus historias clínicas se dejaba constancia de que consintieron la ligadura de trompas. No es verdad. Con la misma tijera A la nativa shipiba Adilia Ahuanari Arimuya le hicieron lo mismo que a Lucía Zumaeta López. La esterilizaron sin su consentimiento y consta en su historia clínica. Llegó al Hospital Amazónico para dar a luz a su sexto hijo. Los médicos aprovecharon su condición para esterilizarla. Ella narró lo siguiente: Di a luz y al día siguiente como a las nueve de la mañana me ligaron. Las enfermeras me dijeron que tenían que ligarme porque ya tenía muchos hijos, que no tendría dinero para mantenerlos. “Usted ya no debe tener más hijos, ya es suficiente”, me dijeron. Yo no aceptaba. Les dije que no quería y me insistían mucho. Me llevaron a la sala de operaciones, yo tenía mucho temor, temblaba, no quería que me ligaran. En la camilla decía que no quería, pero el doctor me decía que tenía que ligarme porque ya estaba en la sala, ya estaba en la lista para las mujeres que iban a ligar. Había cuatro personas en ese cuarto, dos de apoyo, una enfermera y el médico. Uno estaba al lado de mi cabeza agarrándome los brazos para que no me mueva, y el otro estaba al lado de mis pies. La enfermera me puso una inyección en el antebrazo y ya no recuerdo más. Nunca firmé ningún documento antes de la ligadura. Luego de la ligadura me hicieron firmar un papel al que nunca le di lectura por que no sé español, solo shipibo. Solo me dijeron que firmara no más, yo no sé hasta ahora que decía ese papel, estaba en castellano, nadie me explicó qué firmaba, solo me dijo la enfermera que firme ese papel. Si tuviera en mí frente al médico que me hizo la ligadura le diría: “¡Tú me has dañado mi cuerpo! Tienes que pagarme por lo que me hiciste!”. Adilia Anahuari llora desconsoladamente. Llora. Y llora. Llora en shipibo. La República consiguió su historia clínica. Y, en efecto, no aparece registrado que aceptó que le ligaran las trompas. Solo se consigna que Adilia Ahuanari reportó el 21 de marzo de 2002 que la ligaron en 1996. Sin su consentimiento. Al ser entrevistada por este diario, confirmó que la esterilizaron contra su voluntad. Los médicos de la época del Hospital Amazónico, como el cirujano Walter Leveau Bartra, negaron que las esterilizaciones se hayan hecho contra la voluntad de las pacientes. “Los coordinadores de las redes de salud nos llevaban las pacientes. Ellos captaban a las mujeres y las llevaban al hospital. Si eran forzadas o no, habría que cuadrar con las personas que las han captado”, explicó Leveau. Aquí no pasa nada “Nosotros los médicos no estábamos obligados a nada, nosotros hacíamos una labor social. En el Hospital Amazónico todo fue voluntario. “Yo creo que las señoras están exagerando mucho, y si de repente han pasado esas cosas no han sido todas, no podemos generalizar. las mujeres llegaban para ligarse por propia voluntad”. Las nativas cuentan otra historia. Y lo que afirman está documentado. Los relatos coinciden. La nativa shipiba Nilda Rojas Martínez manifestó lo siguiente: Yo fui al Hospital Amazónico para dar a luz a mi sexto hijo. Me hicieron firmar un papel, pero no sabía qué decía porque yo no hablo español. No entendía. “Firma acá, nomás”, me dijeron. Me hicieron una cesárea a las seis de la tarde y al mismo tiempo me ligaron. Ahí no más. Me lo dijo una enfermera. Mi marido me dijo que por qué me había mandado a ligar si cuando otras se ligan se mueren o luego están muy mal de salud. Antes de la ligadura me sentía sana, luego ya no podía caminar mucho porque me dolía hacerlo. Hasta ahora. Las relaciones sexuales ya no son normales. Nunca más pude tener hijos. Si fuera cierto lo que dijo el cirujano Walter Leveau –que todas las mujeres fueron esterilizadas con su consentimiento–, estaría escrito en las historias clínicas de las pacientes. Pero no fue así. En la historia clínica de Nil- da Rojas Martínez no existe registro del consentimiento informado. Nunca le preguntaron a la nativa shipiba si quería que le ligaran las trompas. Pero en la política de control de la natalidad del fujimorismo no valía para nada el consentimiento de las mujeres especialmente si eran nativas, pobres y no hablaban español. La República entrevistó a otras 15 mujeres shipibas que también fueron esterilizadas contra su voluntad en el Hospital Amazónico, en Pucallpa. Sin embargo, ni siquiera sus historias clínicas están en el archivo del nosocomio. Pero sus testimonios coinciden con los ofrecidos por Lucía Zumaeta, Adilia Ahuanari y Nilda Rojas sobre las prácticas esterilizadoras en el Hospital Amazónico. Las cicatrices que lucen son prueba de que lo que dicen es verdad.